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Jonathan rehusó tomar de la copa que se le estaba ofreciendo, contemplo unos segundos el contenido ante la insistencia de la criada, termino aceptando la copa, pero no la probo. El emperador Clark Kent se hallaba en su vieja silla de respaldo alta y llena de oro, quizás porque se encontraba bañado del metal más valioso de todos los reinos, paladio. Desde esa altura, analizó el semblante de su hijo. Clark aún no salía de su delirio desde hace unos que abarco la primera ojeada a su primogénito, totalmente cambiado a la ultima vez que tuvo la desgracia de verlo tras unas rejas de kryptonita siendo preparado para su ejecución. Ni siquiera sabía cómo comenzar una plática entre ambos. Por alguna razón, imagino que seria un reencuentro fraternal. No una audiencia.



- Te traje de regreso con la idea de que tal vez te encantaría... - Se detuvo unos segundos. – Regresar a tu hogar.


- Aún... no he terminado con Robin. – Era cierto, ese tema le incomodaba inmensamente desde el momento que "Robin" se volvió el centro de todo. Ciertamente, Clark hizo una mueca ante el mencionado.


- Has estado junto a él más que yo. Más que cualquier otro soldado. Somos tu prioridad, somos tu familia.


- Eso no significa que no tuve suficiente tiempo lejos para ordenar mis prioridades, ¿No crees?


El fuego crepitaba, pues la leña estaba verde. El emperador de Metrópolis mantenía sus labios tensos, no asintió, no del todo, pero su rostro asumió la verdad de esa respuesta tan descarada. Quizás porque en sus pensamientos no había chance para visualizar al hombre que se encontraba frente suyo, con su mirada ardiendo en llamas y apretando su puño fuertemente como si se estuviera reteniendo de hacer "algo" en específico.



- Habrá una guerra.


- ¿Y qué me dices de Robin? Lo han atacado.


- Es parte de la guerra, Jonathan. Su líder se ha confabulado con Gotham. – Ese comentario saco de sus casillas al menor.



Después de su desaparición, no ha escuchado los latidos de Damian. No han vuelto a vibrar en unisonó como solía escucharlos al estar tumbados juntos. No siente su espíritu acudir al suyo o llamarlo en sueños. Nada, estaba solo en la nada. Tampoco había recibido respuesta de la carta que había mandado con su paloma real hacia Alfred para conocer el estado de su Dami. Se había ideado una forma de que nadie se diera cuenta del paradero del mensaje. En los días que estuvo en recuperación, su mente divagaba en un solo nombre:

Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian. Damian.

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⏰ Última actualización: Jun 02 ⏰

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La canción de Damian [Jondami/Damijon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora