Capítulo 14 - La kermés. Segunda parte

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La kermés. Segunda Parte


Para elaborar un plan de escape adecuado, se tienen que considerar varios factores: una barda perimetral de casi tres metros de altura con su borde recubierto de trozos de botellas de vidrio, los cuales se tenían que quebrar con piedras y cubrir con cartones, esto se tendría que hacer en las pocas áreas ocultas de dicha barda por donde se podrían cruzar sin ser vistos; el sistema de vigilancia de los profesores basado en guardias de una hora, con dos o hasta tres profesores en cada turno que visitan los lugares de mayor riesgo de fuga con mayor frecuencia; el conserje que siempre ronda toda la secundaria; y por último, el peso de Juan.

Los puntos de escape cambian dependiendo de la situación: los árboles contiguos a la barda son un buen vehículo, si no los podan o les cortan las ramas próximas a la barda; las construcciones o remodelaciones dentro de la secundaria aportan ladrillos o bloques de cemento muy útiles para el escape, pero no siempre hay; y por último, muy pero muy pocas veces, incluso se consideraba casi un mito, la gran puerta del patio, hecha de hierro reforzado con tres candados gigantes, simplemente se abría durante la kermés para surtir el estanquillo, y a los trabajadores de la industria del refresco o de las frituras no les importa si los alumnos se fugan.

Para brincar la barda se necesita trabajo en equipo, los fuertes le hacen "banquito" con ambas manos o con el muslo flexionado a los más livianos. El último a escapar es ayudado por uno o dos compañeros desde arriba de la barda que, presionando su abdomen sobre el borde que "prepararon" con anterioridad, le extienden el brazo hacia al compañero de abajo y lo jalan. En esta ocasión, como el plan incluye a Juan, tendrán que idear la manera de cruzarlo, porque en ese momento no se está realizando ningún trabajo de albañilería dentro de la secundaria, pero, a contra esquina del patio se construye una casa, lo que significa: bloques de cemento disponibles.

El primero en cruzar será Cesarín, después Aarón, luego ambos irán por los bloques para sus compañeros.

El momento idóneo será a la hora del almuerzo de los profesores, a las diez y media, pues todos estarán reunidos en la sala de dirección.

Son las diez menos cuarto, cuando por fin don Chuy rompe la cadena de las esposas y Ángel es libre. Omar le informa sobre el casamiento de Chuy con Karina.

—¿Qué piensas hacer? —le pregunta Iván.

—Nada.

—¿Cómo que nada? —pregunta Omar, molesto— Otra vez rendido.

—¿Pero qué quieres que haga? Ya me dijo Karina que está saliendo con él y no saldrá conmigo.

—Sí, saliendo, pero, si se casan, eso significaría que ya son novios —comenta Iván.

—Sí, man, yo creo que puedes hacer algo para evitarlo, no se... —aconseja Aarón.

—¿Evitarlo?

—¡Ya sé! Podemos ir a retarlo a un partidito —sugiere Víctor.

—Claro que no va a querer. ¿Quién quisiera jugar fut en lugar de estar con esa chica tan linda? —Ángel piensa en voz alta.

Víctor le arrebata el balón a Iván de las manos y lo rebota en la frente de Ángel; a cada rebote le dice una palabra:

—Nunca —rebote— subestimes —rebote— el poder —rebote— del balón.

Ángel intercepta el balón justo antes de la palabra balón y todos ríen, hasta él.

Omar sugiere:

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