𝗔𝗡𝗫𝗜𝗘𝗧𝗬 | 𝐒𝐀𝐓𝐎𝐑𝐔 𝐆𝐎𝐉𝐎

ᴛᴡᴏ

↳𝐍𝐎 𝐁𝐄𝐒𝐎𝐒 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐁𝐎𝐂𝐀 𝐘 𝐌𝐔𝐄𝐑𝐓𝐎𝐒↲

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╰─►Su vestido color rojo se pegaba a su cuerpo gracias a la transpiración. Movió los hielos de su bebida con el dedo mientras apoyaba una pierna sobre la otra de manera sensual.

Los hombres la miraban con curiosidad, algunos temían pedir sus servicios por la vergüenza que les daría, a otros les daba lo mismo si eso aseguraba su placer.

Dos hombres fueron hasta ella, no pasaban de los veinte años. Uno era castaño y el otro de cabello negro, ambos flacos y altos. Sus posturas delataban su timidez mientras el rubio fue quién decidió hablar.

—¿Cuánto cobras la hora?

—Eso depende del servicio que quieras. — Tomó un cigarrillo que descansaba en la barra y lo llevó a sus labios pintados de color rojo.

—Todo completó para los dos. — Acomodó sus lentes mientras lo decía en voz baja.

—No hago tríos, lo siento. — La desilusión de ambos chicos se hizo notar. — Mil.

Ambos se miraron y automáticamente asintieron. El de lentes se fue dejando a su amigo peli-negro. — Entonces sólo yo.

—De acuerdo. — Akarya se levantó de su silla para luego caminar al lado de su ahora nuevo cliente.

Al salir del bar el hombre la guió hasta su auto. No era algo lujoso pero al menos tenía lo necesario para verse mínimamente bien.

Abrió la puerta por si misma y se sentó en el asiento del copiloto preparándose mentalmente cómo lo hacía cada noche que "trabajaba"

El hombre entró al auto y lo arrancó llevándola a un lugar que no conocía para nada pero no le importó. Los clientes se encargaban de llevarla a hoteles, sus casas o cualquier lugar para tener sexo.

La primera y última vez que ella decidió llevar a alguien a su hogar fue a Toji, ya que se dejó llevar por el placer que empezó en el baño de un bar.

Estacionado frente a una casilla de madera de forma cuadrada. El barrió era feo, ni siquiera había pasto alrededor de las casas.

El peli-negro bajó del coche y Akarya repitió su acción. El barrió parecía peligroso y algo le causaba mala espina pero decidió dejarlo pasar.

Tan pronto cómo entraron a la casa, aquél chico la tomó de la cintura, decidido a pegar sus labios a los suyos, y la choco contra la pared. Por suerte la contraria fue más rápida y giró la cabeza para que terminara por besar su mejilla.

—Tengo un par de reglas. — Murmuró juguetona. — No tríos, no sexo anal y no doy besos en la boca. — La desilusión en el peli-negro se hizo notar pero trató de disimular.

El agarre en sus caderas se hizo más fuerte cosa que la hizo poner de mal humor pero no dijo nada. Algunos clientes eran rudos y estaba acostumbrada.

—¿Quieres beber algo? — Intentó cortar el hielo él chico.

—No, vamos directo a la acción, cariño. — Le guiñó un ojo. El contrario dejó sus caderas para tomar su mano y así guiarla a la habitación.