Parte II: La playa extraña

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El astartes se despertó y levanto de golpe, se encontraba completamente desorientado y con un fuerte golpe en la cabeza, dirigió su vista hacia arriba incrédulo, la cegadora luz blanca del sol en el cielo celeste despejado abrazaba su rostro, obligándolo a alzar su mano para cubrir sus ojos, vio hacia abajo hasta el horizonte, donde un océano de agua turquesa se unía con el cielo en la lejanía. Sobre la suave arena blanca de la playa, se encontraba el sargento veterano Tracitus Velos de los Ultramarines.

- ¡Sargento! – grito Coelus, otro astartes que se encontraba sorpresivamente en aquella playa, Velos estaba en parte aliviado por ver a un miembro de su compañía, al igual que él estaba equipado con la robusta armadura de astartes, solo que a diferencia de su armadura de sargento esta era más estandarizada y con menos adornos honoríficos.

-Hermano Coelus, estas vivo, por fortuna- dijo Velos.

- ¡Por Terra!, ¿Dónde estamos, o como llegamos aquí? – pregunto el joven astartes al quitarse su casco Mark IV, guindándolo en el costado de su cintura.

-Negativo-Respondió el veterano en seco- solo recuerdo una serie de luces, y una sensación muy extraña atravesando mi cuerpo, como si se estuviese comprimiendo y estirando continuamente, pero fue durante unos segundos, después de eso solo hay negrura en mi mente, desperté aquí sin más- en cada palabra se notaba una creciente frustración, había demasiadas dudas en su cabeza.

Pero no había tiempo para dudas, Velos le ordeno al joven Coelus que lo siguiera, y este acato sin rechistar, debían ponerse en marcha si querían saber más de su situación y si podían hacer contacto con el imperio, necesitaban información inmediatamente. Pero justo en ese momento se escucho un enorme estallido a lo lejos, reaccionaron de forma instantánea y dirigieron su atención en la dirección del alboroto una enorme columna de humo y polvo se alzaba hacia el este, seguido de eso cortos pero repetitivos ruidos comenzaron retumbar, estos se les hacían demasiado familiares.

-¡Disparos de Bolter!- Dijeron ambos a la vez.

Coelus se puso su casco velozmente y con el visor de su casco calculo la distancia y tiempo de llegada- 700 metros al este, 3,9 segundos a máxima velocidad, se detectan señales astartes.

-Lo sabía, no fuimos los único-exclamo el sargento - ¿contra quién o que luchan?

-no lo se sargento, detecto formas de vida muy extrañas cuentan con fuentes de energía desconocidas, nunca he visto nada igual-

-Esto no me gusta, pero no hay tiempo para pensar en ello, nuestros hermanos están en combate, tenemos que asistirles, ¡vamos! - 

Los dos ultramarines se pusieron en marcha lo más rápido que pudieron, sus mejoras astartes los hacían correr a una velocidad imposible para un humano común, recorriendo toda la costa hasta llegar al origen del escándalo, para sorpresa de ellos ahí no solo estaban uno o dos hermanos de batalla, sino que estaban los ocho marines bajo su mando restantes, además del teniente Viltrex Demacron, de la 14ta compañía de exterminadores acompañado de su segundo al mando el sargento Taclis Morando, también lograron visualizar a sus aparentes enemigos, extrañas figuras humanoides de piel naranja y rojiza de al menos unos dos metros, con raros y coloridos vestuarios y peinados, una tenia un casco naranja muy resistente que bloqueaba las garras del exterminador lo cual de por si era una locura, la otra tenía unos guanteletes muy parecidos a los puños de poder imperiales, aunque estos no expulsaban chispas eléctricas, ni tampoco estaban hechos de metal, parecían más bien de piedra.

De nuevo Velos y Coelus corrieron a sus oponentes, analizando sus movimientos, estos eran veloces, y super precisos, muy parecidos a los aeldari, pero también sus ataques eran potentes puesto que el enemigo que vestía de naranja le dio un cabezazo a un marine cercano, desorientado, seguidamente le dio dos golpes en el estomago aboyando la armadura de ceramita, la cual era capaz de recibir un disparo de tanque del siglo XXI como si nada, después le dio un tercero, el cual le voló la cabeza al astartes haciendo que esta flotara por el aire unos cinco metros antes de caer al suelo dejando un largo rastro de sangre. La escena dejo atónitos a todos los presentes, incluso a los otros aparentes xenos, los cuales se veían un tanto incomodos por este suceso.

Steven conoce al EmperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora