chapter two,

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𝐭𝐨𝐨 𝐥𝐚𝐭𝐞

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𝐭𝐨𝐨 𝐥𝐚𝐭𝐞

[ las flores poseen
una margarita que
atrae al sol, al igual
que un girasol. ]

Otro día. Otra monotonía compartida.

Realmente dejaste de contar los días, ya no te parecía necesario, de todos modos. El reloj hacía la presencia del tiempo en un sonido consecutivo y de alguna manera que te hacía consciente a tu alrededor.

Todo parecía lo mismo... la misma rutina, la misma ropa y los mismos colores monocromáticos... las mismas tareas organizadas tan meticulosamente que te dejaban desconcertado, el mismo tiempo de descanso.

Todo era repetitivo.

Aunque bueno, claramente debiste acostumbrarte a esto, a esta rutina asignada desde el primer día que llegaste aquí, o bueno, más bien, cuando estuviste consciente de tu posición aquí.

Todavía recuerdas aquel día.

Recuerdas haber despertado de manera natural y sin interrupciones, us ojos se abrieron por un instante pero lugar volvieron a cerrarse, pues una luz cegadora los recibió en un ámbito que no se relacionaba con nada conocido.

Parpadeaste, desorientado por la garan cantidad de estímulos desconocidos frente a ti, y por fin tu mirada se había aclarado, estabas en una sala blanca, pero lo era enteramente, no había ningún rastro de luz aparentemente natural del exterior, donde recordaste ver imágenes desdibujadas en colores azules y verdes vibrantes.

Pero eso era, era un vacío blanco.

Miraste a tu alrededor, mientras tratabas de asimilar lo que fuera que estuviera pasando.

Cuando miraste hacia un lado, viste un televisión, o eso relaciono tu cerebro de inmediato en medio de la incertidumbre. Te quedaste quieto por un rato, procesando todos los detalles, hasta que decidiste dirigirte hacia aquella maquinaria. Trataste de ponerte de pie, pero trastabillaste torpemente, así que solo te acercabas lentamente, precavido de algo, aunque no sabías que.

Miraste directamente a la pantalla en negro que contrastaba con el blanco pulcro de aquella habitación en la cual estabas encerrado. Los minutos parecieron pasar muy lentamente, y el silencio pasó más rápido, irónicamente.

Hasta que, interrumpiendo la monotonía a la que te habías acostumbrado se detuvo de repente, la pantalla se prendió en un tono color blanco, completando la sincronía en al habitación.

Con dificultad, lograste leer «The Federation: Manual». Tu cerebro juntaba engranajes para poder unir letra por letra, como si te hubieras olvidado de leer, de razonar o de pensar por cuenta propia, como si estuvieras vacío tanto por fuera como por dentro.

𝐭𝐨𝐨 𝐥𝐚𝐭𝐞!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora