『Capitulo 1』

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Aquella madrugada de octubre, cuando aún la luna y las estrellas se encontraban jugando a las escondidas con las nubes, cuando todo era de un color azabache profundo, cuando la brisa se encontraba fresca anunciando la época otoñal y esperando a qu...

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Aquella madrugada de octubre, cuando aún la luna y las estrellas se encontraban jugando a las escondidas con las nubes, cuando todo era de un color azabache profundo, cuando la brisa se encontraba fresca anunciando la época otoñal y esperando a que el Sol el cual estaba a unas horas de salir, apareciera por fin.

Cierto albino se despertó repentinamente, al sentir como tiraba de su pierna una enorme mano, seguido de caer duramente en el piso de madera de su habitación, abriendo sus ojos de par en par logró ver entre la oscuridad una silueta imponente, de la cual se expedía una mirada afilada y estoica, acto seguido de tener contacto visual la bestia y el, fue arrastrado por su habitación, llegando hasta el pasillo el cual seguía oscuro y con tan solo la poca luz que se dejaba asomar de entre la oculta luna, logrando así despabilarse en el recorrido por el pasillo.

Observó a su alrededor mientras sentía su cabeza chocar contra las separaciones existentes en las tablas del suelo, al pasar por la habitación de su madre se topó con las miradas aterradas de sus hermanitos y madre, mientras los menores no podían evitar romper en el llanto, más no podía oír en lo absoluto sus llantos o el ruido de fondo, solo eran el y su mente, que lo acompañaba el desolador, frío y vacío silencio...

Cuando por fin acabó su viaje, fue levantado duramente del piso, en cual ya estaba acostumbrado a restregarse como un trapo, y así pudo divisar la mirada celeste de su padre, con la típica característica de la ira en aquellos orbes que brillaban ardientemente, entre la oscuridad de la habitación el azul y el gris de sus miradas se veían duramente.

No pasaron ni dos segundos cuando sintió el primer puñetazo impactar fuertemente contra su vientre,

Plas, plas, plas, tal y como cuando su madre aún le daba besos

Una lluvia de golpes en contra de su cuerpo cayó, dejando cortes, machones de sangre, moretones y hematomas en la piel pálida del menor, el cual se resignaba a mantenerse de pie y servir como el saco de boxeo para su horroroso progenitor, al cual negaba llamarle siquiera de esa manera.

La sangre se hizo presente en el suelo del gélido y obscuro lugar, gracias a que el albino acababa de vomitar bastante del líquido espeso que residía en su ser, los quejidos silenciosos del albino ya eran una melodía familiar para el pelirrojo, y al parecer eso le encantaba...hoy no tenia tanto tiempo como de costumbre, gracias a que solo paso 1 hora para que lo soltara de una vez por todas, e irse más tranquilo así azotando la puerta sin importarle si había matado a su hijo mayor o no.

El albino duro un buen raro hecho bolita en posición fetal contra el piso, tratando de aguantar el dolor que le calaba hasta los huesos, con un poco más de fuerzas se levantó adolorido del piso limpiando con su dedo pulgar la sangre que se escurría en la comisura de su labio, partido por cierto, aún cojeando abrió la puerta para retirarse a su habitación, pasando lentamente por el pasillo y agarrandose de las paredes...así eran todas las mañanas para Touya Todoroki desde que tenia tan solo 5 años, una realidad bastante cruel y cruda a la cual se había acostumbrado desde hace mucho tiempo ya, el hijo mayor de los Todoroki's.

º[JAULA DE ANIMALES]ºDonde viven las historias. Descúbrelo ahora