Capítulo 4

59 8 9
                                    

Retando Al Destino

Albert al llegar al Hogar de Ponny, bajo del auto y coloco un poco de formol en un pañuelo de algodón, y le dió el frasco a Cockie, quien mantenía encendido el motor del auto y Albert se encamino a la entrada del Hogar Ponny había abierto la puerta, lista para recibir al Patriarca, el la saludo y fue hacia la recamara de la pequeña pecosa quien estaba escribiendo una carta apenas iluminandose con una vela, cuando sintió a alguien detrás suyo que la tomaba con fuerza, quiso gritar, pero no pudo, por qué aquella sombra le colocó en sus vías respiratorias, el pañuelo haciéndola perder los sentidos.

Albert, tomó el cuerpo de su amada y la levanto y salió con ella en los brazos y tanto la hermana María cómo Ponny les dieron la bendición deseando que todo saliera bien para ambos jóvenes, que se amaban con el alma.

Cuando George Villers se enteró de la situación, le contó a Dorothy, quién fue al hogar de Ponny hablar con las madres de Candy y contarles de aquella situación y que si ambas deseaban ver felices a los rubios, los ayudarán; así que tras hablar en menos de una hora se pusieron de acuerd, no podían permitir que la maldad ganará, el amor de ambos tenía que triunfar.

Cuándo el Patriarca subió con la rubia al auto, Cockie, lo hecho a andar, rumbo a Canadá. Tras varias horas Candy con un tremendo dolor de cabeza pegó un pequeño grito al ver a un desconocido a su lado, y temió por su vida, sí, a pesar de todo Candy de manera silenciosa sabía de las amenazas del Clan que se cernían en su contra, al ver a ese hombre a su lado supo que no eran una simple amenaza era una realidad, y lloró pensando en Albert que pensaría él de ella ¿Que quizás lo abandonaba?, ¿Cómo explicar lo que vivía callada en las paredes de la mansión de Lakewood?, pero ya era demasiado tarde para lamentarse.

De pronto escucho la voz del aquel hombre, si era la misma dulce voz del ser que más amaba, el dueño de sus pensamientos, alma y corazon, y se soltó a llorar.

Mientras Albert, le hablaba dulcemente: -Tranquila mí amor, ya esto se acaba, llegando a Londres nos casaremos y sólo regresaremos a anunciar que tú eres la nueva Matriarca y a anular todas las decisiones del consejo, por qué te guste o no, tú serás mí esposa, y después tomándola de su mano le cuestionó: ¿Por qué nunca me escribiste contándome todo lo que te estaba sucediendo?.

-Amor, no tenía, no tengo derecho a ponerte en contra de tu familia, ellos te aman, y buscan lo mejor para tí. Mencionó Candy.

Lo mejor para mí eres tú Candy, sí tú me faltas sería el eterno soltero, les enseñaría al consejo a no pasar por encima de mis deseos óyelo bien Amor, esto no es un capricho mío -¡O tú o ninguna!-, en mí corazón ellos no van a mandar.

Continuará

Retando Al Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora