Capitulo 3

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Unas horas antes...

—María Paula Mojica, vení pa' acá — dijo Sebastián mientras caminaba hacia ella.

—Pero, wacho, ¿por qué me llamas así? — preguntó Mojica mientras se reía.

—Es que me acordé de cómo te dice Santiago. — Comentó Sebastián entre risas. — "Mojica."

—Sí, o sea, no es como que llamar por el apellido sea malo. — dijo Mojica.

—Sí, pero como que llegamos temprano, Juliana todavía demora en llegar. — Comentó Sebastián.

—Sí, pues vamos a chismosear por todo el parque mientras tanto. — Sugeró Mojica.

—De una. — Contesto Sebastián.

Ellos estaban caminando alrededor del parque, viendo cómo los niños jugaban, cómo la gente hacía ejercicio o simplemente estaba sentada. Hablaban sobre temas random y hacían muchos chistes. La pasaron bien hasta que Mojica se acordó de algo que le quería comentar a Sebastián.

—¿Te cuento lo que soñé anoche? — Preguntó Mojica. —Es que es algo súper random.

—Diablo, ¿qué fue lo que soñaste? — Preguntó Sebastián.

—Soñé que estaba en el salón de música, junto a Miguel y Kenny, así recochando bien insano cuando de repente escuché un ruido afuera, salí a revisar y en cuanto atravesé la puerta todo a mi alrededor desapareció, solo estaba yo levitando en un oscuro vacío... — Habló Mojica bajando el tono de su voz a una más apagada con cada palabra que decía. —Pero de repente, una figura brillante apareció al frente mío, tenía orejas de conejo...

—Como la que vimos el día del temblor. — Interrumpió Sebastián.

—¿Tú lo viste? Pensé que solo lo había alucinado yo. — Dijo Mojica un poco confundida.

En ese momento, alguien a lo lejos empezó a llamarlos y luego corrió hacia ellos, interrumpiendo la conversación.

—¿Ustedes qué hacen por aquí? — Preguntó Andrés mientras se acercaba.

—¿Wacho, pero tú qué haces por aquí? — Preguntó de vuelta Sebastián.

—Es que estoy esperando a que llegue Allison. — Dijo Andrés tímidamente. — ¿Pero ustedes qué hacen acá?

—Estamos esperando a Juliana. — Respondió Mojica para luego decir en tono juguetón. — ¿Y tú qué haces esperando a Allison? ¿Acaso tienes una cita con ella?

—No es una cita, solo vino a verme jugar básquet. — Dijo Andrés.

—¿Y por qué no invitaste, bro? — Preguntó Sebastián en tono sarcástico.

—Es que ella me dijo que quería verme jugar a mí. — Dijo Andrés sonrojándose.

—Eso me suena a pretexto para una cita. — Comentó Sebastián.

—Por eso necesito que vengas conmigo, me da miedo estar solo con ella. — Pidió Andrés.

—Pero aquel día te vi hablando a solas con ella en el descanso. — Cuestionó Sebastián.

—Pero es diferente estar con ella en el colegio que estar con ella así normal. — Dijo Andrés. —Entonces ¿si me acompañas a jugar un rato?

—Dale, bro, pa eso están los panas. — Le dijo Sebas. —¿María Paula, podrías quedarte esperando aquí a Juliana? Tengo que hacerle el favor a Andrés.

—Claro, no hay problema, ve y salva la cita. — Respondió Mojica.

Andrés y Sebas se fueron juntos hasta la cancha de baloncesto, donde con el balón de Andrés jugaron entre ellos esperando a que llegara Allison.

—¡Hola, chicos! — Dijo emocionada Allison llegando.

—Hola. — Dijeron Andrés y Sebas a la vez.

Allison se acercó a Andrés y lo saludó con un beso en la mejilla. Al ver esto, Sebas le hizo señas a Andrés de que se fuera para que ellos dos estuvieran a solas, pero Andrés cobardemente insistió en que se quedara.

Ambos empezaron a jugar entre ellos para mostrarle a Allison sus habilidades para jugar básquet, pero Andrés se puso muy nervioso al ver la mirada de Allison fija en él, por lo que empezó a jugar mal. Al darse cuenta de esto, Sebastián decidió empezar a jugar mal también, para que así no pareciera que Andrés la estaba cagando.

Después de un rato jugando, decidieron descansar. Andrés se sentó al lado de Allison, y Sebastián, con la excusa de que debía buscar a Mojica, se fue para dejarlos solos.

—Oye, juegas muy bien. — Dijo Allison.

—Eso no es nada, apenas estoy en prejuvenil. — Dijo Andrés.

—Pero juegas bien, sabes, un día de estos me voy a meter al club... ¿cómo se llamaba? — Pregunto Allison.

—Clemont, se llama Clemont. — Contestó Andrés.

—Y ¿qué tantos trofeos han ganado gracias a ti? — Preguntó curiosa y coqueta Allison.

—Ninguno. — Respondió Andrés envuelto en una risa que enmascaraba su nerviosismo.

—Nah, seguro es porque no estaba ahí para animarte. — Afirmó Allison viendo cómo Andrés no reaccionaba a sus palabras. —¿Oye, estás en línea?

—Siento que algo malo va a pasar. — Susurró Andrés mientras Allison lo sacudía.

En ese momento, Sebastián, Mojica y Santiago llegaron donde estaban ellos, para decirles que el hospital estaba incendiado y que Juliana había ido a ayudar a rescatar personas.

Andrés y Allison, perplejos por la noticia, al principio no se la creyeron, pero al empezar a oler y ver humo saliendo del hospital se preocuparon por su amiga.

—Y ¿por qué a Juliana le dio por ir a ayudar? — Preguntó preocupada Allison.

—Porque todos nosotros tenemos poderes. — Habló Mojica en tono divertido.

—Sí, claro. — Dijo Allison incredula. —no enserio, ¿por qué se le dio por hacer eso?

—No es broma. — Dijo Santiago.

—¿De qué hablan? — Preguntaron Andrés y Allison a la vez.

Mojica sacó su cuaderno y comenzó a dibujar una roca de forma improvisada. Andrés y Allison, aún confusos por la situación, se asombraron cuando Mojica terminó el dibujo y se materializó de la nada una roca que cayó al suelo.

—¿Tienes... tenemos poderes? — Preguntaron asombrados y confundidos Andrés y Allison.

—Sí. — Dijeron los tres a la vez.

Teniendo el cuaderno en mano, a Mojica se le ocurrió una idea. Empezó a dibujar una nube de lluvia, la cual al terminarla se empezaría a generar arriba del hospital, así apagando el incendio con la lluvia.

Los chicos se acercaron al lugar del incidente, solo para ver desde lejos cómo Juliana era rodeada por militares y luego capturada.

Los chicos tenían miedo, temor, pánico, pero había algo, un sentimiento que los hacía quedarse y no huir, querer salvar a su amiga. Así que, en un plan improvisado que se armó Mojica en su cabeza, comenzó a dibujar algo en su cuaderno, mientras los otros chicos discutían sobre qué hacer y cuáles eran sus nuevas habilidades. Pero no tuvieron mucho tiempo de hablarlo, pues Mojica ya había terminado su dibujo.

—Si queremos rescatarla, tendremos que distraer al ejército. — Dijo Mojica. —Y ya tengo la distracción perfecta.

—¿Qué cosa? — Preguntaron todos.

—¡ESTO! — Gritó Mojica motivada mientras alzaba su cuaderno hacia el cielo.

Los chicos miraron para arriba, quedando a punto de darles un infarto, pues vieron cómo desde el cielo se aproximaba un dragón.

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