CAP 2

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Las calles de Orario se encontraban llenas como de costumbre. La cantidad de aventureros o simples transeúntes que circulaban por las calles ya eran habituales a esa hora del día.

El sol se encontraba en su máximo apogeo como ya era de esperarse.

La figura de un hombre de cabello blanco se desplazaba con agudeza por las calles yendo de puesto en puesto saludando a las personas.

Cada paso que daba lo hacía con firmeza, pero al mismo tiempo con gran calma. Su porte al andar denotaba la experiencia de un hombre que había vivido incontables desgracias.

Se abrió paso entre la gente y se acercó con tranquilidad a un puesto de verduras que se encontraba a un costado de la calle. El dueño se trataba de un hombre robusto, con una gran barba, un gran porte y con la expresión más amable que podrías ver jamas.

-¡Bell!

Una sonrisa se dibujo en su rostro y alzó la mano sacudiendola activamente.

La respuesta de Bell también fue una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Como te ha ido, viejo amigo? -la pregunta salió de los labios del albino con un tono amistoso.

Él se acercó al pequeño puesto del vendedor, tomó un banco de madera y se sentó junto a él.

El vendedor esbozó una sonrisa y contestó. -Pues ya sabes, todo en orden como siempre. Últimamente me ha ido bien en el negocio, especialmente está ultima semana.

Su apariencia no era precisamente la de un hombre joven, pero aparentaba más edad de la que tenía.

-¿Como está la familia? Tu segunda hija ya cumplió los 8 años ¿No es así?

Preguntó él elfo queriendo sacar un tema de conversación.

-¡Si! ¡¿Puedes creerlo?! -Él vendedor sonrió con un deje de nostalgia -. Crecen más rápido de lo que me gustaría admitir.

Bell esbozó una pequeña sonrisa. Aquel vendedor era un antiguo conocido del albino, por lo general siempre se lo topaba por las calles de Orario y ya era algo habitual pasar un rato a saludarlo.

Él vendedor continuó presumiendo de sus hijas como lo haría un padre orgulloso.

-Mi hija mayor ya es toda una señorita, es una niña muy inteligente y no para de ayudarnos en todo a su madre y a mi.

Una sonrisa volvió a asomarse en los labios de Bell.

Aquel vendedor dejó escapar un suspiro y se sentó con fuerza sobre un banco.

-Cada día que pasa siento que me vuelvo un anciano viejo y decrépito.

-¿Y acaso no lo eras ya? -La reacción fue la esperada pues la risotada que soltó el vendedor se escuchó en toda la calle. Bell también rió animadamente.

-Supongo que tienes razón -dijo mientras aún tenía pequeños espasmos de risa -. El tiempo pasa demasiado rápido ¿No te parece?

Bell está vez esbozó una sonrisa burlona como si aquel comentario le hubiera causado gracia.

-¿Le preguntas a un elfo sobre el pasar tiempo?

-Admito que no fue lo más sensato -dijo sonriente.

-La percepción del tiempo para mi raza es diferente a la de ustedes. Soy un elfo que ha vivido más de lo que tú o cualquiera podría imaginarse. Dejé de contar mis cumpleaños desde el día en que me cuestioné el por qué, y ahora solo veo los días como el simple pasar del tiempo.

La expresión de Bell difícilmente se podía observar por la venda en sus ojos, pero el tono de su voz se escuchaba cansada, como la voz de alguien que ya se había hartado de la vida.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2024 ⏰

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