Capítulo 2.

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II

—¿Sucede algo, Ayrton? Has llevado esa expresión seria durante toda la noche.

Su amigo lo devolvió a la realidad al interrumpir sus pensamientos. Aunque en realidad, no estaba profundizando demasiado en ellos; simplemente estaba en la terraza del penthouse de su amigo, contemplando las luces de la ciudad que resplandecían más que nunca. El estruendo de la música lo molestó nuevamente, generándole incomodidad.

Si debía abordar el tema, lo haría con mesura. La mayor parte de su tiempo la había dedicado a reflexionar sobre la carrera, explorando innumerables formas de identificar el error que había cometido. A pesar de un inicio poco prometedor, podría haber sido peor. Miró fugazmente a su amigo y luego regresó la vista a la copa de sidra que sostenía, dándole el último sorbo. Aunque no lo veía directamente, percibió la mirada confusa de su amigo, quien esperaba una respuesta.

—Es por la carrera, ¿verdad?

Ayrton optó por el silencio. No sentía el deseo de abordar el tema con alguien más en ese momento. Más bien, quería resolver el problema por sí mismo.

—Sí, debe ser por eso —. Concluyó.

Su amigo extrajo un cigarrillo suelto de su bolsillo y se lo colocó entre los labios. Luego, recogió su largo cabello en un discreto rodete, dejando algunos mechones sueltos por debajo. Sin pensarlo, Ayrton sacó un encendedor de su propio bolsillo —dado que ambos compartían el hábito de fumar— y encendió el cigarrillo de su amigo. Este le agradeció con un asentimiento de cabeza. Se hizo un breve silencio antes de que las palabras del mayor salieran de su boca.

—Para qué mentirte. Sí es por la carrera.

—Pues era muy obvio. Te he visto cabizbajo desde hace una semana —. Los ojos verdes lo observaron. El humo del tabaco que dejó salir le provocó tos a Ayrton.

—Me gustaría tener tu destreza para ocultar el estado de ánimo en el rostro —el menor le acercó el cigarro, él lo aceptó con gusto para darle una calada—. Después de todo ya no le estoy dando tanta importancia; solo busco los errores para no cometerlos de nuevo. Es todo.

El cigarro regresó a las manos de su propietario nuevamente.

—Entiendo perfectamente. Pero no te desanimes ahora, aún te queda mucho por delante. Esto es solo el principio.

Nuevamente, Ayrton recibió el cigarro. Ambos estaban envueltos en una tenue nube de humo que pronto se dispersaría.

—He visto tu carrera en vivo, y en mi opinión, sigues manejando de manera excepcional. No soy un experto en automóviles y todo eso, pero comparándote con el novato, claramente lo superas en habilidad. Él simplemente tuvo suerte.

Ayrton hizo una mueca, sin estar completamente seguro de la veracidad de eso. Aunque fuera el mejor piloto en su clasificación, la lesión le había dejado algunas desventajas que debía superar. Además, tener como rival al individuo que le había complicado la vida en la secundaria no le brindaba muchas oportunidades de mejora, dado su estilo excepcional de conducción y su persona, obviamente.

El mayor devolvió el cigarrillo a su amigo para que lo terminara, apoyando los codos sobre el balcón.

—No sé qué tan cierto sea eso que dices. ¿Has visto quién es ese novato?

Pasando los límites © BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora