III
Ayrton estacionó su coche con precisión en el estacionamiento de la mansión de Dominik. Mientras ajustaba el volante, un nerviosismo palpable y extraño se apoderaba de él, reflejándose en sus gestos y en la mirada inquieta que dirigía hacia la entrada iluminada.
A su lado, el rostro sereno de su manager, experimentado en estos eventos, notó la tensión de Ayrton. Con una sonrisa tranquilizadora, colocó una mano reconfortante en su hombro.
—Relájate, Ayrton. Esto es solo el comienzo de una gran noche —le aseguró su manager, transmitiendo confianza.
Ayrton inhaló profundamente, intentando calmar los latidos acelerados de su corazón. Finalmente bajó del auto y su manager lo siguió. Juntos, se dirigieron hacia la entrada, donde los bullicios emanaban de la mansión a medida que se acercaban. A su vez, la presión en el pecho de Ayrton comenzó a ceder ante la promesa de que sería una noche tranquila y sin complicaciones.
Dominik, con su sonrisa fingidamente amable, saludaba a los asistentes que estaban adelante de Ayrton. El pelinegro cambió su expresión a una neutra, sin ninguna pista de lo que estuviera sintiendo por dentro. Obviamente quería verse frío ante su presencia, y tampoco quería mostrarse vulnerable. Los invitados adelante suyo entraron por fin y, entonces, ambas miradas serias se encontraron. El gris fusionándose con los iris oscuros.
—Bienvenidos, Miller y compañía —. Dijo Dominik en un tono amigable.
—Gracias por la invitación —. Fue lo único que soltó Ayrton y se adentró al lugar cuando el rubio se hizo a un lado de la entrada. Su manager, en cambio, lo saludó con un apretón de manos.
Una vez concluida la entrada de los invitados, el personal de seguridad procedió al cierre de las puertas. En el transcurso de este momento, Ayrton, manteniéndose inmóvil, observaba atentamente el entorno. En ese instante, sintió un leve empujón en su hombro cuyo autor fue Dominik, quien pasó a su lado apresurado. A pesar de haber sentido claramente la intencionalidad en dicho gesto, Ayrton optó por mantener su compostura. Apretó el mentón para mantenerse estable, estaba seguro que lo había hecho a propósito pero no dejó que eso le afectara.
La elegante sala estaba repleta de murmullos y risas, iluminada por la sofisticada luz de las lámparas colgantes. El lugar resonaba con la animada charla de los invitados, anticipando el evento de inicio de año organizado por el equipo de Road Runner. La entrada estaba decorada con banderas de carreras y con un cartel brillante que daba la bienvenida. Los pilotos, vestidos con trajes elegantes, intercambiaban saludos mientras exploraban la espaciosa sala de la residencia.
La música envolvente creaba un ambiente animado, y la risa se mezclaba con el tintineo de copas. Algunos invitados se agrupaban en pequeños círculos, compartiendo anécdotas sobre las carreras pasadas, mientras otros se deleitaban con la variedad de aperitivos dispuestos en la mesa. El aroma tentador de la comida flotaba en el aire.
Su manager notó algunas miradas puestas en Ayrton y a algunos otros con intenciones de ir a saludarlo. Era cosa de todos los días.
—Creo que mejor iré a buscar algo para comer. Suerte, campeón.
Ayrton respondió con una sonrisa sincera y posteriormente el mayor se alejó de él. Por su parte, siguió caminando entre la gente hasta que unos cuantos —específicamente dos pilotos bastante reconocidos— se acercaron para saludarlo.
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Pasando los límites © BL
RomansaDos chicos que mantenían una enemistad prácticamente desde la etapa de secundaria, se reencuentran por primera vez después de cinco años para enfrentarse en el ámbito de una carrera profesional. En este repentino encuentro, ninguno de los dos estaba...