Estaba sumergida en la oscuridad de mi casa, mis ojos pesaban, se sentían arenosos por haber llorado desde hace horas, alguna vez había sentido este vacío, pero nunca de esta manera, nunca con la sensación de saber que esta vez, las cosas posiblemente no tendrían un arreglo tan fácil.
Pero, retomemos las cosas desde donde las había dejado.
El fin de semana con Olwen fue especial, fue único, fue magnifico; nos amamos, tuvimos sexo en todos los lugares posibles en los que podríamos tenerlo, y también tuvimos charlas, intensas, largas.
Tocamos temas que teníamos que tocar, avanzamos en algo, supongo; me contó el regreso de su madre, dijo que pasó después de lo de nosotros en Dallas, que un día despertó debido a unos golpes en el departamento en Nueva York. Dijo que cuando abrió, una mujer, su madre, cayó antes sus pies. Dijo que tenía un aspecto deplorable, olía mal y que apenas y podía pronunciar una palabra.
Todo le pareció extraño, un sentimiento malo y ese sentimiento se agrandó cuando le dijo el nombre de su madre, madre que creía muerta y que estaba justo frente a él, tirada en el piso. La llevó al hospital y cuando Olwen sintió que ya era tiempo de hablar con ella, lo hizo. Ella le explicó que después de la falsa muerte de su hermano, ella se sentía culpable y que el abuelo le fue introduciendo al mundo de las drogas poco a poco.
Le contó todas las cosas que él le hizo, desde violarla incontables veces, hasta venderla a los amigos que decían que ella les parecía atractiva; dijo que ella quería salir de ese mundo cuando se enteró que Olwen estaba entre sus manos, pero que el abuelo se lo impidió.
Era un ser egoísta, pero eso ya lo sabíamos, aunque cada vez que me contaban algo peor, no podía si quiera pensar en cómo es que se atrevía a algo así y vivir con toda esa tranquilidad del mundo.
Ella logró escapar, poco después de que Olwen y yo nos separamos y aún no sabe cómo es que ella logró encontrarlo, pero lo hizo. Olwen trató de explicarme sus emociones, pero no pudo, dijo que ni él mismo sabia como se sentía con respecto a su madre. La ayudó, le puso un departamento, la visitaba de vez en cuando, pero él notó que ella aún no salía del mundo de las drogas.
Era una adicta, una que se reusaba a dejar de serlo, entonces Olwen se dio por vencido, porque la trató de ayudar, ella lo estaba consumiendo, y Olwen tenía ya los suficientes problemas como para dejar de vivir gracias a ella.
Aún la ayudaba económicamente, pero no la visitó más por un tiempo, hasta que un día ella se plantó de nuevo en su departamento y le dijo que estaba en rehabilitación, por él, porque quería recuperar a uno de sus hijos. Pero dijo que el abuelo no se lo estaba dejando fácil; había desarrollado una obsesión por la madre de Olwen que sabía que la única manera de lograr que ella volviera a su lado es que siguiera drogada.
Solo un ser que siente que no es dueño de sí mismo, puede amar al señor Rodrigo Acorp.
Y llegó al día en que ella estuvo en el hospital, Olwen supo al instante que, si ella estaba en ese hospital, era gracias al abuelo, él la había drogado, sabía que, si Olwen creía que su madre era una drogadicta otra vez, él se iba alejar por completo y eventualmente, ella regresaría con él al sentirse vacía. Y le salió mal su plan.
El tema de su hermano lo tocó muy por encima, dijo que no quería que yo supiera de eso hasta que no estuviera arreglado ese asunto y no lo presione, con contarme el tema de su madre, por el momento era suficiente.
Aunque había muchas preguntas ¿Quién era la chica de la que hablaba la otra vez? ¿Era de su pasado o de su presente? Y lo peor ¿Su existencia afectaría nuestra relación?
Olwen sabía que su revelación lejos de tranquilizarme me dejaba con más dudas, pero me prometió que todo me lo contaría en su momento, que lo que estaba pasando no nos afectaba como pareja y que confiara en él.

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OLWEN
Teen FictionLos humanos somos tan egoístas que cuando algo no sale como lo planeamos culpamos al destino. *Necesario leer primero "A Los Pies Del Magnate" MAGNATE #2