Capítulo 3

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—La cena está servida, Dra

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—La cena está servida, Dra. Manobal— Jennie avisó, apareciendo en mi oficina unas horas después.

—Gracias. Y puedes irte ahora. No tienes que esperarme para cenar — avisé, levantándome y caminando hacia ella que me esperaba en la puerta.

—¿Está segura?

—Claro que sí. Puedes irte. O será demasiado tarde para que vayas hasta Port Angeles.

—Está bien, Dra. Manobal. Gracias— ella agradeció con una sonrisa, me dio la espalda y se fué a la cocina para dejar su delantal.

Cuando llegué al comedor, una vez más, Rosé estaba allí.

—Estuviste mucho tiempo en esa oficina —ella comentó con tono de reclamo, haciendo un pequeño puchero con sus labios.—Pensé que me ibas a dejar sola por el resto del día.

—Necesitaba arreglar algunas cosas— mentí, mientras me sentaba en mi silla.

—Bien, ya me voy —Jennie avisó, apareciendo rápidamente en la puerta.—Que disfruten la cena. Nos vemos en dos días.

—¿Dos días?—Rosé preguntó, volviéndose de repente hacia ella.—¿Estarás fuera dos días?

—Sí. Estarán bien, ¿verdad?

—Claro Jennie — respondí. —Ve tranquila.

—Bien. Y Rosé, juicio, ¿ok?

—Claro, Jennie. Siempre lo tengo —. Pero cuando Rosé giró en su silla, quedándose frente a mí, la sonrisa en sus labios decía exactamente lo contrario.

Miré a Jennie, que me miraba con aprensión, pero todo lo que hizo fue encogerse de hombros antes de retirarse.

—Ella es genial, ¿sabes? —Rosé comentó luego de unos segundos en que estabamos solas. —Jennie. Ella es muy genial.

—Lo es.

—Ella discutió con JungKook cuando él dijo que se iba a Phoenix. Me defendió frente a él. Y ella ni siquiera me conocía.

—Jennie conoce a JungKook. Solo es eso.

—De todos modos, fue bueno de su parte—. Su cuerpo se inclinó en mi dirección y metió su tenedor en mi Raviol, aunque su plato tuviera el mismo contenido que el mío.—¿Cuánto tiempo ella lleva trabajando aquí?

—Unos ocho meses, supongo— respondí, haciendo los cálculos rápidamente en mi cabeza.—Siempre venía aquí con su madre, que solía trabajar aquí antes. Cuando su madre dejó de trabajar, ella se quedó en su lugar.

—Puedo imaginar el por qué.

—¿Qué?

—Bueno, teniendo una patrona tan guapa como tú, debe ser perfecto para ella trabajar aquí.

—Jennie no me ve así, Rosé—dije, sirviéndome más vino.—Yo prácticamente la vi crecer.

—Cualquier mortal que tenga un mínimo gusto por la belleza humana, te vería exactamente así. Sin importar la edad.

DULCE PECADO |CHAELISA| ADAPTACIÓN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora