Capítulo 16

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Tan pronto como cerré la puerta detrás de mí, sentí las ganas de volver y decirle que estaba mintiendo

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Tan pronto como cerré la puerta detrás de mí, sentí las ganas de volver y decirle que estaba mintiendo. Que aún la amaba, a pesar de todo. Pero había sido honesta al decir que no podría pedirle que abandone su vida para venir a vivir conmigo. Tal vez que iría con ella a donde quisiera, pero una vez ya me arriesgué a dejar mi ciudad y traté de construir una vida con mi ex-esposa en otra ciudad, pero no funcionó. Podría engañarme pensando que esta vez sería diferente, pero no estaba segura.

Sin saber qué hacer, solo me quedé afuera de la cocina, sentada en el suelo, apoyada contra la puerta cerrada, escuchando los sollozos de Rosé.

No sé cuánto tiempo estuve allí, pero cuando finalmente me levanté, sentí mis músculos protestar por haber permanecido en la misma posición por demasiado tiempo, no se podía escuchar ningún sonido en la habitación de al lado. Miré rápidamente mi reloj, viendo que ya eran más de las cinco de la mañana, pronto estaría saliendo para ir a trabajar, aunque mi dispocisión para hacerlo era cero.

No sé cuánto tiempo estuve allí, pero cuando finalmente me levanté, sentí mis músculos protestar por haber permanecido en la misma posición por demasiado tiempo, no se podía escuchar ningún sonido en la habitación de al lado. Miré rápidamente mi reloj, viendo que ya eran más de las cinco de la mañana, pronto estaría saliendo para ir a trabajar, aunque mi dispocisión para hacerlo era cero.

Preocupada por el silencio dentro de la cocina, abrí la puerta lentamente, espiando en su interior antes de entrar por completo. Rosé estaba sentada en la misma silla en que la había dejado hace más de una hora, su rostro ahora descansaba en sus brazos cruzados encima de la mesa. Al acercarme más, noté que dormía profundamente, aunque la mancha húmeda en la manga de su cárdigan dejaba en claro que había estado llorando hasta quedarse dormida en esa posición.

Sin pensar en lo que hacía, me agaché un poco a su lado, pasé una mano por debajo de sus rodillas y la otra alrededor de su cintura, levantándola fácilmente en mis brazos. En su sueño ligero, Rosé despertó, asustada al principio, pero se relajó al verme, se acurrucó en mis brazos como si ese fuera el lugar más cómodo en el que podía estar. Y sin decir una palabra, la llevé hasta la habitación que Jennie solía usar, allí en el piso de abajo, sabiendo que Rosé no había subido las escaleras en ningún momento para acomodarse en una de las habitaciones de invitados.

La habitación no era tan grande como las otras de la casa, pero Jennie había hecho un gran trabajo dejándola bonita y cómoda después de que le diera carta blanca para adornarla a su gusto.

Lentamente dejé su frágil cuerpo en la cama desordenada, tirando de la gruesa colcha para cubrir sus piernas que habían quedado completamente fuera, casi dejando a la vista sus bragas. Pero antes de que pudiera alejarme, una fría mano me detuvo.

Me volví para preguntarle qué quería, pero me vi incapaz de decir cualquier cosa cuando sentí su pulgar dibujando círculos en mi mano, sus ojos fijos en mi cara, mirándome con tanta intensidad que olvidé de mis pensamientos. Por muy poco no me senté en esa cama solo para acercarme a ella, queriendo mover ese único mechón que caía sobre su cara, perdiéndome en la curva de su delicado cuello.

DULCE PECADO |CHAELISA| ADAPTACIÓN G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora