Mark Hoffman

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Lindsey Pérez podría jurar que conoce a Peter como la palma de su mano, la dinámica entre el agente especial y su compañera, la dedicada agente. Durante años, su amistad había crecido en las trincheras del crimen y las complejidades del deber, formando un lazo que resistía la adversidad y el tiempo.

Desde el primer día que compartieron un caso, quedó claro que Peter y Lindsey tenía sus mentes conectadas. El castaño, conocido por su actitud aguda y sarcástica, ganó el título de "amargado" entre sus colegas. Su mirada penetrante y su tono seco apenas dejaban entrever las capas más profundas de su personalidad. En cambio, Lindsey, apasionada por su trabajo, irradiaba dedicación y un enfoque meticuloso. Su empeño en hacer justicia era lo que le había conectado con Peter. Aún recuerda que en la primera investigación en conjunto, ella no se intimidó por la actitud de Strahm, en lugar de retroceder, lo desafió con profesionalismo y una inteligencia que resonó con él. A medida que compartían horas extras en la oficina, en cafeterías desiertas y en escenas de crímenes, la barrera inicial comenzó a desmoronarse.

—No entiendo por qué siempre tienes esa expresión. Es viernes ¿Lo sabías?

Comentó la agente, con una sonrisa juguetona, Peter, sorprendido por la franqueza de su compañera, dejó escapar una risa genuina.

—Bueno, es posible que el mundo no sea tan brillante como tú lo ves.

Ella había logrado ver más allá de la fachada de Peter, descubrió que detrás de su cinismo se escondía un agente astuto y brillante casi al estilo Holmes. Sus años de amistad se construyeron con paciencia, como compartir una taza de café en la madrugada, intercambiar bromas en medio de una operación encubierta y apoyarse mutuamente en los momentos más desafiantes. A medida que la confianza crecía, Peter encontró en Pérez una compañera en la que podía confiar incluso fuera del trabajo.

A lo largo de los años, enfrentaron millones de investigacion imposibles juntos. Celebraron éxito tras éxito pues incluso en el FBI habían empezado a apodarles Sherlock y Watson.

—¿Te has dado cuenta de que llevamos años siendo compañeros?

Mencionó Lindsey en una tranquila noche de la nada en la oficina. Peter, reflexivo, respondió:

—Sí, y supongo que no podría imaginar trabajar con nadie más.

Y hasta día de hoy compartieron una amistad que resistió las tensiones de la vida en la agencia. Sin embargo, algo cambió el día en que se adentraron en territorio pantanoso (más perturbador de lo acostumbrado), el día en que ambos conocieron al detective Mark Hoffman, encargado del caso de Jigsaw que les había sido asignado por Erickson.

Peter, un hombre que encontró en Pérez una contraparte invaluable, quien era su voz de la razón, su apoyo incondicional, incluso cuando se obsesionaba con viejos informas, empezó a torcerse de extraña manera cuando Hoffman ingresó en sus vidas, algo en la dinámica entre los compañeros se volvió sutilmente tensa.

Fue un día como cualquier otro cuando Lindsey notó por primera vez la extraña actitud de Peter. Estaba revisando documentos en la sala de la agencia cuando ella entró. El rostro de Strahm, normalmente imperturbable, mostró una sombra de incomodidad, apenas perceptible. Lindsey, sin entender completamente la causa, decidió observar de cerca.

—Peter, ¿puedo hablar contigo un momento en privado?

Dijo la agente, su mirada mostraba curiosidad solamente. Intrigado por la solicitud, Peter asintió, y ambos se dirigieron a una sala de reuniones cercana. Ella de repente, parecía incómoda al abordar el tema pues realmente solo era algo estúpido.

—Hay algo en Hoffman que no me gusta. No puedo poner el dedo en ello, pero siento que no es de fiar. ¿Has notado algo extraño en su comportamiento?

Fotografías [Chainshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora