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Narra Aixa

Un grupo de futbolistas, de los jóvenes estaba con el chico que me había tocado el hombro. Los miré a todos, uno por uno, no me daba vergüenza decir que les había dado un repaso a cada uno.

Eran guapos y seguramente lo sabían pero yo no iba a alimentarles el ego.

—Aixa ¿No? —Preguntó uno de ellos, el moreno más bajo. Lo miré fijamente, esperando a que continuara hablando y sonreí cuando se puso nervioso y miró a sus compañeros pidiendo auxilio, estos se rieron de él en su cara y comenzaron a burlarse de él, los ignoré y comencé a caminar a la salida del campo porque al parecer, ya habían olvidado mi existencia.

—Espera —Me llamó uno de ellos, me giré para ver quien me había llamado y vi al rubiecito acercándose —Perdona a los idiotas esos, soy Fermín. —Sonreí asintiendo. —No se como preguntar esto pero ¿Cómo es  que estás aquí?

Podía notar su nerviosismo y entendía el porqué, tengo claro que a simple vista no parezco la persona más agradable del mundo y es cierto, generalmente no lo soy, no me agrada mucho la gente y se me nota en la cara, miro a todo el mundo con cara de culo. Su manera de preguntar no me había gustado, me hizo sentir incomoda pero por un lado no iba a dejar que el lo notara y por el otro, no había manera de hacer esa pregunta de una manera bonita.

—Conocí a Xavi en un café, de intruso escuchó toda mi conversación y le gustó mi tesis. —Expliqué de la manera más clara posible para que no hiciera más preguntas, quería irme.

Estaba cansada y tenía hambre, si de por si no soy una persona del todo agradable, esas dos cosas juntas me ponían de mal humor haciéndome una persona aún menos sociable de lo que soy.

—¿De que trata?

—La voz de los entrenadores de futbol.

—¿Qué dijiste que estudiabas?

—No te dije —Sus amigos que en algún momento habían llegado a nuestro lado y yo no los había notado, se rieron de la cara que puso al escuchar mi respuesta. ¿Acaso lo único que hacían además de correr atrás de una pelota era reírse de los demás? —Mira Fermín no quiero ser pesada porque eres un niño muy agradable pero estoy despierta desde las 5.30 de la mañana y mi única comida del día ha sido una barrita de cereal a las 10, estoy cansada, tengo hambre y me quiero ir a mi casa ¿Puedes hacerme todas las preguntas que quieras la próxima vez que venga? —Pedí ignorando completamente al resto, mirándolo a los ojos. El asintió despacio sin dejar de verme embobado, hombre tenía que ser.

Caminé al estacionamiento consiente de que el grupito me seguía  pero me importaba una mierda, solo quería ir a mi casa, bañarme y dormir por horas por suerte, mañana era sábado. Llegué a mi auto, donde me esperaba Óscar y quise llorar, había olvidado que había venido conmigo y ahora tendría que ir a dejarlo a su casa, donde sea que fuese.

—Pensé que te habías ido —Dije sin pensar y él se rió, al menos se lo tomó como una broma.

—Llegué contigo guapa —Hice una mueca ante lo último, yo no le había dado esas confianzas.

Me hice la loca y me subí al auto bajo la atenta mirada de todos claramente miraban el auto porque como futbolistas, debían de saber de autos caros, mi tía era dueña de un puto Audi Rs7 y para rematar azul eléctrico. Su esposo, un tipo que a simple vista se ve normalito, tiene mucho pero mucho dinero y ella bromea con que es Narco, yo sinceramente creo que todas las bromas tienen un poquito de verdad, sobre todo esta, pero como no es mi vida no opino, en voz alta.

Fui a dejar a Óscar a su casa y  juré nunca más hacerlo, me sentí observada todo el tiempo, fue incomodo y además, vivía del otro lado de la ciudad, no me convenía para nada llevarlo porque el combustible lo pagaba yo y muy barato no era.

Tesis [Ferran Torres]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora