Partido En Dos

//OCHO//

- ¿Y? - fue su pregunta.

Su monotonía daba miedo a quien estuviera cerca, no sabían el por qué pero, esa actitud no era agradable mucho menos tranquilizadora.

- nada, yo haré lo que ustedes decidan - fue la respuesta de una chica pelirroja, ella estaba bastante triste, se notaba ya que se mantenía quieta en su sitio, no parecía tener ánimos de nada.

- eso espero Rias, actualmente tu estatus está por el suelo y estoy más que seguro que de eso te diste cuenta después que volviste - fue la reprenda del padre de la peliroja. Suspiro y decidió calmarse cambiando su actitud con su única hija, miro a su hija y después a las demás chicas que se encontraban detrás de ella, notaba la tristeza en ellas.

- si, muchos me ven con desconfianza, temen que los llegue a traicionar y por eso cancelaron o rechazaron tratados antiguos o que estaban apenas empezando a realizarse - miro a los ojos a su padre, ella había sido educada de una manera muy consentida pero aún así se le había enseñado modales y uno que siempre mantuvieron presente era que ante una discusión, reprenda, castigo o interacción se debía ver a los ojos a la otra persona debido a que se le considera de mala educación el desviar o evitar la mirada de la otra persona pues se piensa que no está poniendo atención o no le interesa en lo absoluto.

Ella recordó esa enseñanza, le molestaba esa regla pero ya estaba impresa esa enseñanza en ella así que en contra de su voluntad decidió ver a los ojos a su padre y recibir de buena manera su castigo y las palabras duras de el.

- También que por ello el consejo a decidido que Issei una vez vuela será casado con Sekvaira y también será promovido a clase suprema por lo que se le concedera su grupo. Se qué esa noticia ya a llegado a ti pero quería que te quedará claro - noto que su hija mantenía su mirada fija en el, también que evitaba a toda costa, con todas sus fuerzas el deseo de llorar y reclamar.

- no es de extrañar que una vez Sekvaira sea su cónyuge está decida a su harem, después de todo el sueño de Issei era formar un harem, aún que actualmente no se cómo estará el o como seguirán sus planes a futuro si es que aún lo tiene - menciono la madre de Rias, las chicas se mostraron asombradas ante las palabras de la madre de su rey, después de todo eso tenía sentido aún que lo último las asusto.

- claro que tiene futuro, el sigue vivo y volverá conmigo y con las demás, después de todo el me ama, nos ama - exclamó exaltada pues no le gustaba esa idea, la idea de que el pudiera estar muerto o más serca de la muerte le aterra. Se corrigió a si misma al decir lo último pues sabía que eran un grupo y ninguna quedaría atrás.

- Rias - reprendió su padre, pues la bella chica alzó levemente la voz a su madre, ante ello Rias se asusto por lo que su madre le aria o le diria.

- perdón madre, no quise hacer eso, te pido disculpas - pidió mientras su voz se hacía más inaudible pues sentía como se le hacía un nudo la garganta, estaba casi al borde del llanto.

- no te preocupes, solo mantén la calma y si quieres llorar llora, no tienes por qué mantener todo dentro - dijo la madre de Rias, noto como su hija dejaba salir levemente su llanto, notaban su frustración pues veían que ella apretaba fuertemente sus manos, al grado de que estás dejarán marcas pues ella intento detener sus lágrimas con sus manos sin tener exito.

- si somos algo amables contigo no es por qué te hayamos perdonado, si no que no puedes seguir actuando tan tontamente, tus decisiones fueron lo que te llevaron a dónde estás ahora así que debes de afrontar las consecuencias al igual que tus amigas, no por arrepentirse las cosas volverán a ser como antes, una vez tomada una decisión no hay vuelta atrás y eso les debe de quedar muy en claro - aclaro su padre con tono severo, sabía que esto le causaba más problemas a su hija pero debía de ser fuerte y también esto le dolía a él, su princesa, su vida, su todo estaba sufriendo por culpa de si misma y aún que deseara con todas sus fuerzas verla feliz sabía que eso sería algo imposible pues no era capas de hacer milagros o conceder deseos, no tenía el poder.