#3-Lucas

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Llego temprano a mi despacho, hoy debo solucionar algunos temas que me están dando más quebraderos de cabeza que otra cosa.

—Adelante—están tocando la puerta de la oficina.

—Buenos días señor, soy Marta, la nueva secretaria.

—Deja tu curriculum encima de la mesa, me gustaría revisarlo personalmente.

Marta camina a la mesa baja que hay en mi despacho y deja su cirrocúmulo, debe tener unos cuarenta y cinco años pero está de muy buen ver.

—Dentro de una hora tiene una reunión con los nuevos inversores, si desea algo.

—Un café, cargado—le corto.

—Permiso.

Se retira y buscó los datos que me paso mi asistente acerca de mi secretaria.

Tiene cuarenta y seis años, está felizmente casada y tiene dos hijos, nunca ha traicionado a su esposo y tiene buenas referencias como secretaria. Espero que esta funcione, no puedo estar cambiando de secretaria cada tres días porque me las tiro.

Al medio día termino la reunión con los nuevos inversores.
Me duele la cabeza horrores, llevo un par de meses con estos dolores pero me rehuso ir al médico.

Me teléfono vibra. Es Toni uno de mis pocos amigos.

—¿Que quieres?.

—Buenas tardes para ti también mi vida—se ríe, no sé cómo me aguanta ni cómo lo aguanto yo a él—Está noche viene Carla con su novia, pásate por aquí.

—A las once estoy ahí.

—Trae vino.

Cuelgo, Carla es una amiga, siempre la paso bien con ella, cambia de novia cada cierto tiempo pero eso no hace que nuestra relación cambie, ni su relación con Toni, al contrario siempre nos comprarte a sus novias, que cada vez están más buenas.

—Su hermano está en su despacho, intente que no entrara señor, pero— intenta de explicarme mi nueva secretaria.

—Que nadie me moleste—la interrumpo, Mateo se cree con el derecho de venir aquí y hacer lo que se le plazca.

—No se qué haces aquí ni me importa, poder irte por donde viniste—suelto nada más entro, no me molesto en saludarlo.

—No estaría aquí si te dignaras a contestarme el móvil.

—No tengo tiempo—me siento y me concentro en el ordenador.

—Solo vengo a recordarte que mañana es el cumpleaños de nuestro padre. Tendremos una cena en el The View a las siete, espero que por lo menos vayas.

—Ahí estaré—es la manera más rápida para terminar una discusión que aún no ha comenzado con Mateo.

—A mamá le haría ilusión que pasaras por el hospital a ver a Anna.

—Peor para ella que le hace ilusión, no voy a pasar—si no es por una cosa es por otra, siempre terminamos discutiendo.

—¿Por qué me odias?—no es la primera vez que me lo pregunta.

—No te odio, el odio es un sentimiento y yo no siento nada—suspira y se toca el puente de la nariz, se viene la tercera guerra mundial y hoy no estoy para eso, el dolor de cabeza ha empeorado en menos de diez minutos—sabes, si pasaré, solo si me haces un favor.

—¿Que necesitas?

—Algún colega tuyo, necesito hacerme algunas revisiones y quiero que queden en total privacidad.

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