Suéter

60 8 1
                                    

Hoy hace más frio que ayer, debe ser porque se acerca el invierno, de todos modos, haga frio o no es obligatorio asistir a mis clases, maldigo en mis adentros por no encontrar ningún suéter grande, olvide empacar algunos la última vez que estuve con mamá. Suspiro frustrado y pienso en pedirle prestado alguno a Toga, pero al verla prefiero no molestarla; tiene los ojos rojos, al parecer estuvo llorando (posiblemente por mi culpa).

Agarro mi mochila y me pongo los zapatos, solo encontré un suéter algo caliente que no hace que tenga menos frio, pero es mejor a ir sin nada o molestar a mi amiga. Bajo las escaleras hasta llegar al estacionamiento donde se encuentra mi bici, salgo con ella de ahí y ya en la calle monto camino a la Universidad.

Siento un escalofrió recorrerme por todo el cuerpo al sentir la brisa en mi cara, sin duda fue mala idea no pedir un suéter más grande. Paro unas cuadras antes de llegar y descanso un poco, maldigo en un susurro por el frio, decido no rendirme y seguir a pie, total solo quedan algunas cuadras para llegar y un poco de frio no me detendrá.

[...]

A quien quería engañar, soy débil y más estando con apenas unos jeans y una camiseta por dentro de un suéter que no le hace ni cosquillas al frio. Llegue apenas arrastrándome, cuando entre apenas y podía mantenerme en pie, juro que las personas pensaron que me había fracturado algo o tal vez estaba drogado, pero no, personas que no conozco, no era nada de eso, simplemente tenía hasta las venas congeladas. Me relaje un poco al sentir la calefacción de los pasillos (por fin tiene consideración por los que sufrimos de bajas temperaturas). Me dirijo a mi casillero, tal vez guarde algo como una chamarra, no sé, suelo ser muy olvidadizo a veces.

Nada, no hay nada, pero ni siquiera una mosca, suspiro cansado y mejor pienso en sacar algunos libros para que la mochila no pese tanto, al abrirla noto que olvide una de las cosas más importantes para un diseñador (o al menos eso creo), mi tableta, mi maldita tableta. Vuelvo a maldecir y a rebuscar a ver si no estaba entre mis libros, no puede ser, quiero llorar. Golpeo mi cabeza contra el casillero, este día no ha comenzado de la mejor manera, pienso mientras saco mi celular y me voy a las llamadas, no quería molestar a Toga en primer lugar, pero no me queda más opción que hacerlo.

El celular suena y luego de algunos sonidos contestan.

—¿Hola? —responde una voz cansada.

—Me vas a matar, pero, necesito tu ayuda —le suelto de una, desesperado— deje mi tableta creo que, en mi mesa de noche, ¿podrías por favor venir a dejármela?

—¿Qué? Estas idiota, no lo hare, la Universidad está a como 5 calles de aquí, y además tengo sueño —escucho que está a punto de colgar, la detengo rápido.

—ESPERA, por favor, Himiko, te lo suplico —le ruego— mira, la necesito en mi segunda clase, tienes tiempo de traerla, haré lo que sea, pero tráela —escucho una pequeña risa y eso me indigna— eres una- —me callo, prefiero no decirle nada en este tipo de situación.

—Bien, solo me cambiare y te llamare cuando llegue a la entrada para que vayas a buscarme.

—Suspiro aliviado— Si, gracias —sonrío— después te invitare a comer lo que quieras.

—Más te vale que sea algo caro, eso vale despertarme en mi día libre —la escucho reír y luego cuelga.

Perderé todos mis ahorros por una estupidez mía, soy un tonto. Dejo mis otros libros en el casillero y lo cierro, doy un brinco al notar una figura detrás de este.

—¡Mierda! Me asustaste —suspiro aliviado al notar que solo era Kaminari— no hagas eso, sabes que me asusto hasta con mi sombra —le reclamo algo enojado.

Nunca podré ser ella //Bakudeku//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora