Llegaron

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—¡Jungkook, amor! — un Taehyung muy eufórico azotó la puerta del despacho que tenían en la casa antes de posicionarse frente al escritorio donde su alfa leía unos documentos.

Jungkook alzó su mirada con rapidez, temeroso de que algo malo hubiese pasado con su alfita, notando en menos de dos segundos las manos temblorosas y los papeles que se sacudían entre ellas.

—¿Qué sucede, pequeño alfa? —preguntó mientras intentaba transmitirle un poco de tranquilidad por medio del lazo.

—Llegaron, alfa... —murmuró con diminutas lágrimas aglomerándose en las esquinas inferiores de sus ojos.

—¿Estás hablando en serio? — Jungkook se puso de pie para luego rodear el escritorio y estrecharlo entre sus brazos con rapidez.

Sintió como Taehyung se acurrucaba mejor contra su pecho y pasaba su respingada nariz entre los pliegues de su camisa intentando tomar un poco de su aroma amaderado. Las feromonas eran tan fuertes y una mezcla de diferentes emociones que incluso alocaban a sus lobos interiores.

Taehyung levantó la cabeza y conectó su cristalina mirada con la suya, asintió para después elevarse en las puntas de sus pies y presionar un beso.

El inicio de su historia se remontaba a varios años atrás cuando apenas eran unos adolescentes que no conocían absolutamente nada de la vida. Taehyung era un alfa recién presentado, pero criado durante años a la espera de convertirse en omega, por lo que la delicadeza lo caracterizaba y muchas veces era centro de burlas. Un día cuando varios alfas lo golpeaban en uno de los corredores Jungkook lo encontró y no dudó ni un segundo en gruñirles y alejarlos. Podría decirse que fue el comienzo de una bonita relación.

Años después decidieron enlazarse, negándose a seguir lo que la sociedad imponía. Se mudaron a una elegante zona residencial y luego de dos años ingresaron al sistema de adopciones.

Su relación se caracterizaba por la comunicación, el cariño y la confianza. Anhelaban tener cachorritos corriendo por toda la casa y cada carta rechazada era un puñal para sus lobos. Taehyung se deprimía por un tiempo, lloraba en brazos de su alfa y luego volvían a intentarlo. Siempre lo intentaban de nuevo.

Todo cambió esa mañana cuando una notificación sellada cayó por la abertura de la puerta. Taehyung tomaba té como todos los días con uno de sus libros predilectos esperando que el reloj marcara el momento indicado para ir al trabajo. Su mundo se detuvo al pensar que otra vez habían sido rechazados, por lo que no pudo esperar para correr al despacho de la planta alta mientras abría el sobre con desespero.

Imaginarán su júbilo cuando leyó que deberían someterse a dos entrevistas, una en conjunto y una por separado, en donde indagarían a fondo en sus vidas para dictaminar que todo estuviera en orden en ese sentido. Luego, si tenían suerte y lograban pasar las pruebas, un grupo de profesionales visitaría el hogar para asegurarse de que sea el adecuado para un niño y al superar esta ya podrían empezar a tener contacto con su posible cachorro.

Taehyung sintió como los fríos dedos de su alfa se arrastraban por sus mejillas, para posteriormente pasar la lengua por el lugar, barriendo todas las lágrimas que había derramado sin siquiera notarlo.

—Ey, amor... es una buena noticia — consoló el mayor — nos prepararemos para las entrevistas y todo saldrá bien.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo, alfita.

Jungkook besó varias veces su frente y lo marcó con su aroma. Pasó la lengua por la bonita marca plateada que adornaba el lateral del cuello del rizado intentando transmitirle un poco de paz. Ambos estaban conmocionados y alegres por la noticia solo que uno podía controlarlo mejor que el otro.

—¿Me dejarías ver el citatorio, amor? — solicitó con voz calmada el abogado.

Taehyung asintió y depositó el papel sobre las manos contrarias. Se separó un poco para dejar que su alfa leyera con un poco más de tranquilidad mientras se encaminaba a una de las esquinas de la habitación y tomaba un vaso de agua. Sus feromonas seguían llenando el espacio, pero por lo menos está vez en menor densidad.

—Bien... aquí dice que debemos presentarnos el lunes en las oficinas de adopciones para las entrevistas — leyó en voz alta mientras se paseaba por el centro de la habitación — tendrán una duración de aproximadamente 40 minutos cada una... y esa es toda la información que tenemos por el momento.

Jungkook volvió a sentarse en la silla giratoria detrás de su escritorio y atrajo a Taehyung a su regazo. El más pequeño se dejó hundir en el calor que el gran cuerpo debajo de él le proporcionaba mientras escondía su rostro en la curvatura de su cuello. Besaba, lamía y mordisqueaba sin llegar a clavar los colmillos del todo. Al tratarse de un alfa debía de tener cuidado con la fuerza que ejercía, sino podría llegar a perforar la piel de su amado.

—Tengo miedo... — susurró apenas audible.

—No hay nada que temer, pequeño alfa — consoló entre caricias — nos hemos preparado por años para este momento, incluso asistimos a cada curso que el gobierno brindó. Estamos más que listos.

—Por eso mismo... hace años que esperamos por esta oportunidad, no quiero arruinar nada.

Jungkook lo forzó a observarlo a los ojos al tomar las afinadas facciones entre sus manos. Taehyung quiso negarse, pero rápidamente conectó su mirada con la que tanta calma le brindaba.

—Todo saldrá bien — dijo firme, pero sin perder la calidez que lo caracterizaba — no conozco persona en el mundo que quiera más ser padre que tú y que yo, y seremos los mejores, solo tenemos que demostrar todo nuestro amor y simplemente ser nosotros mismos.

Y eso fue suficiente para regresarle la certeza. Compartieron un beso que llegó a durar minutos, demasiado concentrados en el amor compartido. Sus feromonas se entremezclaron, creando una bonita fragancia amaderada y cítrica, teniendo como protagonistas al limón de Taehyung y el roble de Jungkook.

Mientras Taehyung continuaba en el regazo de su alfa revisando más papeles y ultimando detalles para lo que vendría, Jungkook pensaba en cómo sus sueños se iban cumpliendo poco a poco. Tenía un fabuloso alfa que amaba con todo lo que era, un hogar cálido, el empleo que siempre quiso y posibles cachorros en camino.

Abrazó mejor el pequeño cuerpo y decidió que había sido mucho trabajo por hoy. Apoyó su frente sobre el menudo hombro y repartió diminutos besos en la porción de piel que la camisa no llegaba a cubrir. Los rizos de su alfita le picaban en la punta de la nariz y las feromonas empezaban a alborotarse nuevamente, sacándole gruñidos desde lo más profundo de su pecho.

Taehyung solo sonreía, completamente concentrado en lo que estaba haciendo e ignorando a su alfa.

—Amor, no quiero decirle a nadie todavía — dijo de repente — no quiero darles esperanzas sin razón...

—Completamente de acuerdo. Esperaremos a ver como se van dando las cosas, no hay prisas.

Taehyung asintió antes de ponerse de pie, fregó sus ojos con algo de fuerza y le extendió la mano.

—¿Qué te parece si ahora cocinamos algo rico, bebemos un poco de vino y festejamos la noticia? — propuso.

Jungkook igualó su posición mientras tomaba la mano que se le era extendida. Besó su frente y posteriormente se encaminaron a la cocina.

Ambos estaban demasiado pensativos a sabiendas que se metían en algo que tal vez podía llegar a superarlos en fuerza. Jungkook no lo quería aceptar, pero si llegaba a salir mal, su alfita colapsaría. No estaba listo para verlo tan destruido como años atrás.

Tomó aire profundamente para evitar transmitir por medio del lazo todos los sentimientos negativos que lo acecharon. Tenía miedo, y no iba a negarlo, pero su trabajo ahora era mantener la estabilidad tanto suya como la de su pareja. Iban a necesitar toda la fuerza y energías positivas del universo para enfrentar lo que sabía que se avecinaba. Si ni las parejas convencionales lograban superar las barreras que se le imponían para la adopción mucho menos sencillo sería para dos alfas, pero confiaba en que lo harían bien y que sus lobos serían lo suficientemente sólidos como para enfrentarse. Haría todo lo que estuviera a su alcance para cumplirle la promesa al amor de su vida. 

Tramitando con esperanza || KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora