I. Tierra a la vista

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Es de conocimiento público que navegar por La Gran Ruta no es algo sencillo de hacer para nadie, mucho menos para navegantes inexpertos. Esta información estaba de más mencionarla a ese grupo de cinco piratas, pues cada uno de ellos se dejaban guíar más por su enorme espíritu aventurero y anhelo por cumplir sus sueños.

Pero no hay que negar que estos últimos doscientos setenta y nueve días han sido los más desafiantes que han vivido en altamar.

La única mujer del grupo no dejaba de pensar en que pronto se quedarían sin agua potable, a pesar de sus esfuerzos por reservar cada una de sus provisiones desde hace más de un mes.

Los dos chicos mayores habían tomado la decisión de tomar sólo Sake desde hace una semana, para ahorrar agua lo más posible. Y esos últimos siete días se les había hecho difícil pescar algo bueno, el capitán había tomado la difícil decisión de ayunar hasta conseguir una isla, ya que al ser poseedor de una fruta del diablo, podía resistir más días sin comer que su tripulación. Y al ser una tarea sumamente difícil para él, prefería tomarse siestas frecuentes, ignorando el hambre.

Ya tenía días soñando lo mismo, él lo atribuía a aquellas alucinaciones que los viejos piratas decían tener al pasar por situaciones precarias.

"Primero veo todo negro y a lo lejos se enciende una luz azulada tenue que poco a poco se acerca a mí y brilla cada vez más. La intento tomar, pero al notarme intenta huir, la persigo en medio de la oscuridad. Escucho el mar, sonidos de un barco siendo atacado, un chillido horrible... como de un Rey Marino. De repente me caigo y estoy sobre una brújula gigante que no para de girar, me levanto y sigo persiguiendo la luz que está cada vez más lejos. Veo que se detiene en las manos de una mujer pálida y cuando intento ver su rostro, solo logro ver sus ojos brillantes y rojos, pero después me despierto"

Era lo que le contaba a sus compañeros, pero estos no le daban mucha importancia. Lo atribuían también a alguna alucinacion causada por el hambre.

No habían pasado una buena noche, una tormenta de nieve los había azotado y esta había logrado romper el mástil del barco, por lo que les urgía encontar una isla, pero estaban en problemas, ya que según el mapa, la más cercana se encontraba a dos días y realmente no sabían muy bien donde estaban pues el log pose que tenían de la isla anterior se había roto en la tormenta.

El moreno se encontraba durmiendo en una hamaca, mientras los otros cuatro se repartían pequeñas porciones de la ultima trucha que el chef pudo cocinar.

–Si nos toca comernos una pierna voto porque sea la de Zoro– Comentó el chico rubio el cual llevaba días ahogado en alcohol.

Los demás rieron levemente, los ánimos del grupo eran bajos.

–Les dije que no serviría de nada traer a un camarero con nosotros– Contestó el peliverde, lanzando al mar una espina.
–Puedo cortarte la pierna de una vez y comeremos como malditos reyes.
–Basta chicas, no estoy dispuesta a soportar sus discusiones en este momento –Reclamó la chica levantándose del piso con algo de dificultad, toda esa situación la tenía de muy mal humor, ya que se sentía culpable al no poder idear una manera de llegar más rápido a la isla más cercana.
–¿Cuántos días faltan para...? –Usopp empezó a hablar pero la mirada de Nami lo intimidó
–¡Luffy! –Ignoró por completo la pregunta y entró de mala gana al camarote de su capitán –Necesito que ayudes a remar.

Al notar que estaba dormido volvió a llamarlo pero este tenía el sueño pesado. Y al estar tan malhumorada despertarlo amablemente no era una opción, así que cerró con fuerza la puerta tras de ella, esto hizo que el chico saltara de su lugar, se quitó desconcertado el sombrero de la cara y con un gran bostezo se levantó.

La reina de los Piratas [ Monkey D. Luffy ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora