Capítulo 6

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Durante los días posteriores a su encuentro, Jennie no fue capaz de sacar a Lisa de su cabeza, no importaba lo mucho que lo intentara. No ayudo el hecho de que la morena hubiera visitado la página web de X Entertaiment World después de descubrir que había vídeos publicados en su perfil.

Había visto aquel vídeo muchas veces, estudiando el movimiento de las manos de Lisa explorando el cuerpo de aquella chica, el movimiento de sus caderas empujando dentro de ella, y las expresiones de placer en sus rasgos cincelados. La morena, cada vez que veía el vídeo, se sentía tan sucia que después tenía que meterse en la ducha para poner un poco de alivio en su necesidad sexual, al tiempo que se prometía que no lo iba a ver de nuevo.

Recordando la naturaleza amable de Lisa con su hermana la hizo sentir aun peor sobre usarla para su placer visual. Sin embargo, la morena todavía no había podido mantener su promesa de no volver a ver el vídeo.

Se estaba convirtiendo en una rutina nocturna y había comenzado a atormentar sus sueños. Lisa todavía tenía solo un vídeo en su perfil, y Jennie lo había visto tantas veces que lo había aprendido de memoria. Después de darse cuenta de lo silenciosa que era Lisa, lo veía sin sonido. No quería arruinarlo escuchando los molestos gritos de la otra chica.

En los días que siguieron, los pensamientos de Jennie se dirigían a la dulce hermanita de Lisa y la determinación feroz que ardía en sus ojos. A la morena le rompió el corazón al darse cuenta que no podían pagar la terapia física, e inconscientemente se encontraba de vez en cuando visitando el área de terapia física del hospital en el que trabajaba para preguntar algunas cosas al terapeuta.

Jennie se enteró de que la gravedad del problema de Chiquita podría variar de leve, y no requerir de mucho cuidado, a grave, que requería terapia física permanente para ayudar con la flexibilidad y el malestar.

La morena no sabía lo que la pequeña padecía, pero tenía una idea bastante buena de que era un poco grave, ya que no podía caminar sin ayuda. Había visto como el terapeuta trabajaba con otro niño en una de esas pelotas de ejercicio gigantes y una idea se plantó firmemente en su cabeza.

—¿Estás loca? —Rosé le ofreció el que sería su tercer vaso de café de las máquinas expendedoras del hospital. Era la forma en que se mantenían despiertas y alerta en el turno de media noche.

Jennie aceptó el vaso y vertió una buena dosis de azúcar, sabiendo que lo necesitaba para hacer el brebaje bebible.

—Eso lo dice la mujer que pensaba que acostarme con ella era una buena idea. Eso sí que hubiera sido una locura. Solo estoy hablando de ir a verla. No puedo dejar de pensar en esa niña, Rosie, y acerca de cómo tal vez yo pueda ayudar.

Rosé negó con la cabeza.

—¿Es esto cómo cuando ibas a darle alimento a las personas sin hogar debajo del puente y casi consigues que te secuestren, o el tiempo que trabajaste como voluntaria en el refugio de animales y casi fuiste devorada por ese pitbull?

—¡No! —se quejó la morena— Esto no es nada de eso. Solo quiero pasar por allí, ver como están, me refiero a la pequeña, y ver cómo puedo ayudar. Lisa dijo que no podía permitirse la terapia física, Rosie. Esa pequeña se merece algo mejor.

—Noticia de última hora: no eres una fisioterapeuta. Tú eres solo una estudiante de enfermería, Jennie.

Jennie probó un sorbo de café, necesitaba obtener cafeína en su sistema antes de que su descanso de diez minutos terminara. Pero demonios, aquello estaba caliente.

—Lo suficientemente cerca. Lo tengo que hacer. Es decir, si Lisa acepta la ayuda.

—¿Y esto no tiene nada que ver con ver a Lisa otra vez? —Rosé arqueo una ceja hacia ella con recelo.

Jennie se concentró en su café, poniéndole otra cucharada de azúcar solo por si acaso.

—¿Por qué toda esta basura acerca de acostarme con ella? Estaba bromeando, Jen. Eres dulce y guapa. Te mereces algo diferente... No sé, un jodido príncipe azul. No una desconocida que vende su cuerpo por dinero.

—¿Príncipe azul?—preguntó Jennie, levantando la vista de su café.

—Príncipe azul— Confirmo la australiana con cara seria.

Jennie se rió de ella.

—Tengo que volver al trabajo. Solo confía en mí en esto, ¿de acuerdo? —la morena bebió un trago del caliente café y arrojo el vaso a la basura en su camino hacia el pasillo.

—¡Es tu vagina! —grito Rosé detrás de ella, su voz llenando el pasillo.

Jennie se encogió cuando el medico que paso a su lado se giró en su dirección al oír la palabra "V".

Tal vez aquello era una idea estúpida. Después de dormir hasta tarde, Jennie se había duchado y vestido de manera informal con un par de vaqueros ajustados y una camiseta negra sencilla, en ese momento, después de hacer una parada en la tienda de deportes, la morena estaba frente a la casa de Lisa otra vez.

Era la misma hora que la última vez, Jennie pensó que Lisa estaría allí para bajar a su hermana del autobús de nuevo, pero su coche no estaba en el camino de entrada.

Jennie agarró la pelota de ejercicio y la bomba para inflarla que había dejado en el asiento trasero y se dirigió a la casa.

Momentos después, una atractiva chica abrió la puerta. Parecía tener su edad, tal vez uno o dos años más joven. La chica era atractiva, con el pelo largo y rubio que le caía por la espalda y grandes ojos grises.

El estómago de la morena se revolvió. ¿Sería la novia de Lisa?

—¿Te puedo ayudar?

Jennie se quedó allí por un segundo, todavía alterada por la apariencia de la chica y cuestionándose su relación con Lisa, hasta que se dio cuenta de que no había respondido todavía.

—¿Está Lisa en casa?

La chica negó con la cabeza.

—Está trabajando. ¿Quién eres tú?

La morena se tragó el nudo que se había formado en su garganta. Y respondió.

—Soy Jennie, una amiga... suya. He venido a traerle esto— Dijo tendiéndole la pelota de ejercicio— Para Chiquita. Soy enfermera — Casi. ¿Amiga? ¿Enfermera? Caray, las mentiras salen solas de mi boca, pensó la morena.

—Oh. Está bien—La chica abrió más la puerta—Chiquita estará en casa en unos minutos, el autobús escolar estará a punto de llegar. Puedes entrar y esperar. Soy Yuqi, por cierto.

Jennie la siguió dentro de la casa, preguntándose qué demonios estaba haciendo allí y quién diablos era Yuqi.

Wreckless Love | Jenlisa G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora