MINI RELATOS MIRACULOUS (NAVIFICS 2023)

DAY 1: CARTA A PAPA NOEL

Un murmullo suave pero bastante perceptible para la aguda audición de Marinette llevaba rato dejándose escuchar, una hora luego de haber acostado a su hija era inusual, por lo que no tardó en llegar al lugar de origen del mismo, dejando entrever a una enojada Emma quien luchaba por alcanzar la bota navideña cerca de la chimenea, que para alivio de la pelinegra, no estaba encendida.

- ¿Emma? ¿Que haces despierta, corazón?

- Lo había olvidado, mamá. Por eso papá no llegó de su viaje hoy. -comentó la pequeña en un tono triste.

- ¿Que olvidaste, cariño? -preguntó, ayudando a bajar a su hija del sillón en el que estaba apoyada.

- La carta a Papa Noel. -dijo con un mohín. -estoy intentando ponerla dentro, para que cuando nos visite hoy, pueda saber lo que deseo para esta navidad.

No hacía falta preguntar tan siquiera cual era el deseo de su pequeña hija, pues incluso ella que estaba bastante consciente de la mágica "existencia" de Papa Noel, daría lo que fuera porque su esposo estuviera esa noche con ellos. Sin embargo, un retraso del vuelo, debido al mal tiempo y las fechas se lo había hecho imposible de lograr. Con una seña llamó a su hija para colocarla en su regazo.

- Amor, sabes que papá nos quiere mucho ¿no? -ante el asentimiento de la niña, continuó. - ¿y sabes que mañana estará aquí sin falta, verdad? Papá no se perdería una navidad con su familia.

- ¿Papa Noel lo traerá? -los ojitos llorosos de su hija, casi le rompen el corazón.

De repente el ventanal que daba al balcón de aquella casa se dejó oír, el viento lo había hecho cerrarse con algo de fuerza, extraño, muy extraño, porque juraría que lo había cerrado, pues conocía muy bien los alcances de su pequeña rubia y no era muy seguro una puerta abierta en presencia de una niña tan aventurera como Emma. Con cuidado se puso de pie y al tener a unos pequeños pasitos siguiéndola, se dispuso a calmar su curiosidad primero antes de ponerle seguro, una vez más.

- Escucha, cariño. Esto es lo que haremos... -murmuró a su hija mientras tomaba sus manitos. -vamos a colocar tu carta, en la bota de los deseos y luego iremos a dormir, cuando menos lo esperes ya habrá amanecido y tendrás a papá aquí contigo. ¿Tenemos un trato?

- Tenemos un trato, mamá.

Su sonrisa sí que podía derretir cualquier corazón, su pequeña gozaba de una dulzura tan inigualable que podía comprender a la perfección como Adrien haría lo que fuera por mantenerla feliz, al igual que ella, por supuesto.

Un suspiro escapó de sus labios, mientras colocaba la carta que una entusiasmada Emma le había entregado segundos antes. Extrañaba mucho a su gatito y si no fuera porque estaba a miles de kilómetros de París, juraría que el aire de la habitación estaba lleno de la esencia de su perfume. Solo lo extrañaba demasiado, casi tanto o más que su hija.

El sonido del timbre interrumpió sus ensoñaciones, iban a ser las 12am ¿Quién podía ser a esa hora?

- Emma, quédate aquí ¿Si? -le ordenó sutilmente en tanto lanzaba un fósforo a la chimenea, encendiéndola para mantener el ambiente cálido. -Recuerda, no debes acercarte al fuego.

No tardó mucho en dejar a su hija a salvo mientras ella se dirigía a abrir la puerta, que aunque eran golpes suaves, no dejaban de ser insistentes. ¿Debería llevar algo para defenderse? Se preguntó una vez que preguntando quien era, no recibiera respuesta alguna. Armándose de valor, se dispuso a abrir la puerta de una vez, encontrándose con la mirada dulce y llena de amor de Adrien, quien a pesar de lucir casi congelado, no tardó en quitar su abrigo y acercarse para envolverla en sus brazos.

- Servicio Express Navideño, Milady.

Las palabras no llegaban a ser articuladas, solo unas agolpadas lágrimas se concentraban en sus ojos no permitiéndole siquiera dar aviso a su hija. Segundos después, se dio cuenta de que en realidad no hacía falta, pues por algún motivo siempre sentía cuando su padre llegaba a casa.

- ¡Papá!

Sus ruidosos pasitos se dejaron oír por todo el vestíbulo y acto seguido arrojarse a los brazos de su padre, mientras la pelinegra buscaba desesperadamente el modo de recuperarse de las emociones que la embargaban. Cuando finalmente lo halló, lo primero que hizo fue unirse al abrazo de padre e hija.

- ¿Como es que...? Dijiste que no llegarías hasta mañana entrando la noche. -su sonrisa no podía ser más amplia y sus lágrimas menos traicioneras.

Los nudillos de Adrien no tardaron en pasar por sus mejillas limpiando de estas.

- Digamos que tenía una sorpresa un poco más "gatuna". -bromeó con una de sus brillantes sonrisas. Ahora entendía el ruido del balcón y la puerta abierta. -Pero no contaba con que una señorita estuviera despierta a esta hora.

La mirada de ambos recayó en Emma, quien pese a ser la más feliz por la llegada de su padre, no pudo evitar colocar una expresión algo tímida por tanta atención.

- Debía estar dormida, lo sé. Pero ¿ves como si se cumplió el deseo de mi carta, mamá? ¡Papa Noel es genial!

Las campanas del reloj de la sala dejaron escuchar la primera de sus tonadas, anunciando la llegada del 25 de diciembre.

Ya era navidad...

- ¿Deseo? ¿De que carta habla? -cuestionó a su Lady entre risas siguiendo los pasos y el alboroto que solo su hija podría formar, como si las campanas no fueran suficiente.

- Te lo explico luego, gatito. Por cierto, te agradezco que hayas llegado hoy, no se como le hiciste, pero ahora me queda claro que ni yo, ni mi amuleto encantado podemos ser tan milagrosos como tu amor por Emma.

- Por ambas. O debería decir ¿Por los tres?

La mano del rubio recayó sobre el abultado vientre de su esposa, formando un nuevo abrazo entre ambos. Marinette no podía caber de la dicha.

- Feliz Navidad, gatito.

- Feliz Navidad, Princesa.

Un cálido beso fue compartido por ambos a pasos de la chimenea, beso que solo pudo ser interrumpido por la imparable emoción de una diminuta rubia de 5 años, que era casi un torbellino en plena mitad de la noche.

- ¡Papi, Mami! ¿Puedo abrir uno de los regalos?

- Claro que si, bichita.