DAY 4: TARJETAS

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El diseño de aquella tarjeta era un tanto confuso, lucía muy navideño, desde luego que si, pues la temporada anunciaba precisamente eso, sin embargo, también tenía cierto aire de... Daba igual, no era momento de sacar conclusiones apresuradas, después de todo, Marinette tenía muchísimos más problemas cruzando por su mente que aquella reunión de reencuentro con sus ex compañeros del François Dupont.

Empezó a dar una vuelta tras otra, si su roommate estuviera allí, de seguro ya le hubiera lanzado algo para calmarla. Lo cierto es que incluso con ese tipo de "correctivo" no podía detener el torbellino que invadía su mente. ¿Todos estarán realmente allí? ¿Alguien aparte de Alya la recordará aun? No es como si hubiera sido la más popular de la preparatoria, si hubiera una palabra que definiera sus años de colegio eran "torpeza" eso antes de que la conocieran como la "novia de Adrien Agreste". Los recuerdos se agolpaban junto con sus nervios, haciéndola formular una nueva pregunta sin responder la anterior. A fin de cuentas, no todos los días te reencontrabas con tu pasado luego de 5 largos años.

La tarde se le fue en leer las palabras que adornaban aquella tarjeta, una y otra vez. Hasta que luego de quebrarse la cabeza por décima tercera ocasión, llegó a una decisión final; iría a esa reunión. No importaba cuanto tiempo haya pasado, ni si la recordaban, mucho menos... Quien estuviera allí...

Habían sido años lejos de casa, de sus amigos, de su familia, la única amistad que había prevalecido era la de Alya y un poco la de Nino, pues a pesar de ser un buen chico, en ocasiones se le escapaba ser un bocazas y quisiera o no, terminaba enterándose de los movimientos de su ex novio. No podía decir que le irritara saber de él, pues Adrien siempre fue una parte importante de su vida, aun así, él había hecho su vida en Londres y ella había continuado la suya allí donde siempre perteneció, en París. Lejos de donde solía vivir, sí, pero lo había conseguido y pese a la ruptura tan dolorosa e inesperada que ambos vivieron, pudo seguir adelante y lograr entrar a uno de los mejores Institutos de moda del País. Y estando a casi medio año de obtener su título universitario, con tan solo 22 años, la pelinegra sentía que había logrado lo suficiente como para sentirse orgullosa de sí misma. No tenía nada que temer.

Fue así como en los días siguientes pudo embarcarse en un viaje de visita al otro lado de la ciudad, en donde había dejado todos sus sueños de adolescencia para transformarlos en realidad. Todo ese tiempo mantuvo contacto con sus padres y los visitaba tanto como podía, pero dado que sus estudios demandaban su total enfoque, no le quedó de otra que mudarse allí y rentar un departamento cerca junto con una amiga de clases de diseño. Y ahora era momento de volver.

La ciudad no había cambiado en extremo, el tiempo parecía solo haberse detenido para quienes no veían a diario lo hermosa que lucía la Torre Eiffel en esa época del año. El alivio le recorrió el cuerpo cuando pudo encontrar en casa a su madre, quien le dio la bienvenida entre lágrimas y fuertes abrazos, aun cuando solo no la hubiera visto por 5 meses que fue la última vez que visitó su casa. Sería solo una semana de estadía allí, lo siguiente que hizo fue asegurarse de que Alya estaba bien y de que todo ese asunto de la reunión de ex alumnos era lo único que tenía por avisar dado la pomposa tarjeta que le había enviado, pero la morena le juró que no habían intenciones ocultas tras ello, como la buena amiga que era, le creyó.

Aquella noche la reunión prometía tanto como ella pudo esperar, una velada tranquila en compañía de amigos de años muy queridos, otros no tanto, pero que habían formado parte de su vida en la adolescencia. Había aparecido ataviada de un vestido de noche diseñado por ella misma, de un color coral precioso y una abertura justo a la altura del muslo izquierdo, finalizando a detalle con un cinturón de color plata metálico que le daba el toque idóneo para no volverlo demasiado elegante.

— ¿Marinette? Wow. —fue lo único que escuchó decir a la castaña con una expresión entre sorprendida y encantada una vez que la tuvo en frente. —Luces hermosa, Dios mio.

MINI RELATOS MIRACULOUS (NAVIFICS 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora