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Naruto frunció el ceño mientras estiraba sus articulaciones. El día anterior no había dormido nada. Le tomó dos horas aprender los conceptos de un sello de almacenamiento, dos horas más para poder ejecutarlo correctamente y el resto de la noche para incluir en él una matriz que solo reaccionara a su sangre y chakra.

—y el libro lo ponía como básico...— murmuro mientras se levantaba concentraba algo de chakra en el sello de su brazo y las cosas de que le entrego Hiruzen desaparecían

Kyubi gruñó desde el interior del sello. —No me digas que pensaste que te sería sencillo únicamente por ser Uzumaki— dijo en un bufido. —No hay cosa simple si realmente quieres aprender el legado de tu clan, tendrás que esforzarte—

—No hace falta que me repitas algo que ya sé—, respondió Naruto mientras se duchaba. Después de 10 minutos, salió y se dispuso a ir a la academia para la asignación de equipos. Al abrir la puerta, se encontró cara a cara con un hombre de la misma edad que Hiruzen, quien lo miraba con seriedad, su único ojo fijado en él.

—Supongo que te diriges a la academia—, murmuró el hombre, permitiendo que su peso descansara en su bastón. —Antes tengo que decirte algunas cosas— agregó, entrando en la casa de Naruto. —Me presento, mi nombre es Shimura Danzo—

Naruto lo miró con precaución. A pesar de la cojera y el bastón, el anciano parecía débil, pero desde su llegada, la piel de Naruto se erizó y no pudo evitar sentirse inquieto.

—Como sabrás, todos en esta aldea tienen un rol, un papel que deben cumplir. Acatarlo correctamente nos permite seguir viviendo como lo hemos estado haciendo—, continuó Danzo, mirando a Naruto unos segundos antes de proseguir. —Mi presencia aquí se debe a que no estás cumpliendo con tu papel. Sin embargo, eso es culpa de Hiruzen, siempre empeñado en que no se te debía decir nada, empeñado en que vivas una vida de un niño normal... ambos sabemos que eso no funcionó—.

Naruto frunció el ceño. —¿Qué quiere?— preguntó con rudeza. En lugar de enfadarse, Danzo sonrió, lo que hizo que Naruto se sintiera aún más inquieto.

—Ahora ya sabes lo que eres... sin embargo, ¿sabes cuál es el deber de un jinchuriki?— Naruto permaneció en silencio. —Si le preguntas a Hiruzen, muy probablemente te diría que eres un sacrificio, uno que ayuda a mantener a una bestia bajo control y permite que todos vivamos en paz—.

Kyubi gruño desde el interior de Naruto probando que el mismo hiciera una mueca

—Hashirama diría que tu presencia da equilibrio en el poder entre todas las aldeas—, continuó Danzo negando con la cabeza. A pesar de que Hashirama era el shinobi más poderoso que había nacido en Konoha, Danzo consideraba que era demasiado crédulo y tonto en algunas cuestiones. —Eres un disuasivo; podríamos decir que haces que piensen dos veces si deben o no invadirnos—. Era un hecho innegable que un jinchuriki bien entrenado podría darle la vuelta a un conflicto, marcando la diferencia en la seguridad y estabilidad de la aldea.

—Guerra...— murmuró levemente Naruto. Danzo asintió mientras caminaba hacia una de las ventanas desde la cual se podía ver el monte Kage. —...no soy un arma— agregó con enojo ante lo que el viejo tuerto estaba insinuando.

Danzo rió. —Realmente, Hiruzen hizo un gran trabajo haciéndote pensar como un simple civil, a pesar de que nunca lo fuiste... Ahora mismo, cada aldea está entrenando o ya entrenó a su jinchuriki. ¿Qué crees que pasará cuando se enteren de que el de Konoha no es más que un mocoso escuálido cuyo pasatiempo es gastar bromas estúpidas?— dijo, guardando silencio mientras sus palabras llegaban a Naruto, helándolo por las implicaciones. —Será visto como señal de debilidad. La idea de invadirnos ya no les parecerá imposible; cientos morirán... Sé que no te importa lo que suceda con los aldeanos o shinobis, sin embargo, estoy seguro de que no querrás ver cómo el anciano que te sirve ramen y el único maestro que te tomó en serio son asesinados. Lo peor vendrá para la hija del anciano del ramen— continuó con lentitud, girándose hacia Naruto. —No creo que sea necesario que te diga lo que sucede con los prisioneros de guerra, especialmente si son mujeres—

Naruto bajó la cabeza mientras apretaba los puños; en el fondo de su mente, Kyubi gruñó, pero no dijo nada. Sabía que lo que el viejo estaba diciendo era verdad y ya era hora de que alguien, aparte de él, le mostrara la cruda realidad del mundo en el que vivían. —¿Qué tengo que hacer?— murmuró con los dientes apretados.

Danzo empezó a caminar hacia la puerta. —Luego de que te reúnas con tu equipo el día de hoy, uno de mis agentes llegará a ti y te llevará al que será el sitio de nuestras reuniones a partir de ahora.—

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Sakura se mostró muy incómoda mientras miraba a Naruto. No solo ella, sino también Shikamaru y Hinata, no pudieron evitar enviarle miradas preocupadas al rubio mientras se iban con sus respectivos sensei's. Un largo y tedioso suspiro escapó de Sakura; al principio, pensó que Naruto simplemente estaba intentando lucirse, pero ahora, mientras lo veía con la mirada perdida, no pudo evitar sentir una creciente preocupación por él.

—¿Te sucede algo?— preguntó mientras se sentaba a su lado. —Antes teníamos que rogarte para que hicieras silencio... ahora parece como si la chispa en ti se hubiera esfumado—Naruto se giró hacia ella y le sonrió. —¿Sucede algo?— volvió a preguntar, esta vez un poco más suave.

Naruto negó. —No hay nada raro en mí... solamente tengo obligaciones que cumplir— su vista se posó en el techo del salón —y eso me hace sentir muy inquieto — La sonrisa en su rostro no alcanzaba a ocultar la sombra de preocupación que se reflejaba en sus ojos.

Sakura balanceó sus pies mientras pensaba en qué decirle. —Creo que lo harás bien; de entre todos en el salón, eres el que más valentía tiene— Era verdad; ella misma no pudo librarse del acoso hasta que Ino la ayudó. —Además, tú no te rindes. Estoy segura de que, sea lo que sea que te está molestando, podrás superarlo— finalizó sin creer realmente que estaba animando a Naruto.

Naruto rió levemente antes de dejar escapar un suspiro algo relajado. —Gracias... eso era precisamente lo que necesitaba escuchar— Lo que Sakura dijo era verdad; él era Uzumaki Naruto, y no importaría lo difíciles que fueran las cosas a partir de ahora, él las superaría.

—Es un poco más fácil hablar contigo cuando no pareces una bola de energía— dijo Sakura, omitiendo que tampoco era tan tedioso como cuando le pedía citas a cada rato.

Naruto negó con la cabeza. —No te acostumbres... estoy seguro de que mañana volveré a ser el mismo— dijo Naruto en un tono divertido. Sakura simplemente negó. —¿Te parece si hablamos mientras llega nuestro sensei?— Sakura guardó silencio por unos instantes antes de mirar a Sasuke, quien parecía estar en su propio mundo con su perpetuo ceño fruncido, y asintió —Te conté la vez en la que le hice creer a Kiba que un escuadrón de gatos quería cobrar venganza de él—

CambiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora