NIBIRU, una maravillosa historia de Amor (Saga Completa)

12

— Ése de allí...entre las Pléyades y el Lucero...Ése es Nibiru...

Recostados sobre una vieja manta, Gulf y Mew miraban el cielo nocturno. Todo en la granja estaba tranquilo. Sólo se oía el sonido de sus corazones.

—¿Cómo es Nibiru?

—Te gustaría mucho. Tu color favorito, el púrpura, predomina casi por todos lados. Una luz púrpura rodea al planeta en forma de anillos. ¡Maravilloso!

—¿Me permites...?—dijo Gulf acercándose a Mew.

Mew asintió en silencio mientras Gulf comenzaba a desabotonarle un poco la camisa. Miró el pecho pálido de Mew, por un par de segundos y volvió a recostarse sobre la manta.

—En Nibiru sanamos rápido...

Gulf creía que si veía aquella herida que vio la primera noche junto a aquel líquido verdoso, se convencería de que no lo había soñado. Y se convencería de que aquel joven extraño, amable y...hermoso que estaba a su lado no era un simple loco delirante buscado por la policía de tres condados.

"Sanan rápido en Nibiru...¡Qué conveniente!", pensó Gulf mientras recordaba el pecho de Mew sin la más mínima cicatriz.

—¿No me crees, verdad?

—Me da lo mismo de dónde creas que vienes. Este mundo es una porquería. Seguramente te han tratado peor que a mí y por eso te inventas otra realidad. Lo único que me importa...es que estás aquí...

Mew lo miró serio mientras se aproximaba más a él. Le acarició con dulzura el rostro y se acercó a su boca, suspirando.

— Siempre dicen, los de Nibiru y de otros lados que han estado aquí, que es imposible no terminar enamorándose de un humano...

Gulf se estremeció y Mew se acercó un poco más a su boca.

— Soy...el primer humano al que conoces...

— No, por eso nunca les había creído. Ninguno con los que he interactuado brilla o huele como tú...

Gulf volvió a estremecerse.

— No quisiera irme...—susurró Mew.

Gulf parpadeó nervioso y se alejó de golpe.

—Mañana...al amanecer...vienen a buscarme.— dijo Mew señalando el cielo.

Apenas Gulf sintió sus ojos cargados de lágrimas , comenzó a correr hacia la casa, balbuceando un buen viaje,  sin detenerse ante la voz temblorosa de Mew que le rogaba que lo perdonara.