Prólogo

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"La leyenda cuenta que la última Reina Druida fue ejecutada la noche de la Gran Purga Mágica junto con sus hijas. Pero es sólo eso, una leyenda. Pues lo cierto es que las niñas sobrevivieron a aquella noche.
Y están ahora aquí, en Camelot"

20 años antes del inicio, en Camelot:

Arwen se despertó súbitamente a causa de un ruido brusco en su habitación.

Era su madre Brunilda, quién cargaba a su hija menor Nyneve en brazos mientras despertaba también a su hija mediana, Lunete, de tan sólo 2 años.

–Mamá, ¿Qué pasa? ¿Por qué?...

–Chsst. Ahora no hay tiempo, Arwen, tenemos que salir de aquí rápido.

La niña no protestó, era claro que algo malo y urgente estaba pasando.

Algo que se confirmó cuando su madre las hizo salir por la puerta trasera de la casa en vez de por la principal.

Ya era de noche y el frío calaba hondo, tal vez por eso tanto Lunete como Nyneve protestaron al poco de salir a la calle pero su madre enseguida las acallo entre susurros.

Arwen estaba realmente asustada, cómo nunca antes lo había estado, pero no se atrevía a preguntar, no cuando su madre, normalmente tan regia y estoica, se mostraba ahora claramente aterrorizada.

Ya estaban a punto de alcanzar la salida de la ciudad cuando los guardias las avistaron.

–!!Allí están¡¡

–!!Vosotras, alto en nombre del rey¡¡

Brunilda se giró sin rastro de la poca compostura que le quedaba.

–Por favor... Sólo soy una madre con sus hijas pequeñas...

–Menos tretas, bruja. Eres la reina de los druidas, así que tú más que los demás debes morir... - increpó una voz grave detrás de los guardias.

El rostro de Brunilda se empalideció aún más al ver el dueño de esa voz, y no era para menos: Se trataba de Uther Pendragon, el rey de Camelot.

–Pendragon, pensad bien lo que estáis haciendo, y luego vos mismo lo habéis dicho, soy la soberana del pueblo druida y...

–Basta. Ninguna autoridad con sangre mágica tiene validez para mí.

Le hizo una seña a sus subordinados para que se acercarán.

–Matad también a las niñas. No es cuestión de que cuándo se hagan adultas vuelvan para vengar a su madre.

Los hombres asintieron y avanzaron hacia ellas

Pero cometieron un gran error y fue subestimar la valentía de una madre por salvar a sus hijas.

En un rápido movimiento Brunilda lanzó un hechizo aturdidor y aprovecho para depositar a Nyneve en los brazos de Arwen y hacerla agarrar de las manos a Lunete.

–Corre.

Fue lo último que le dijo.

Arwen corrió cómo nunca lo había hecho y teniendo que cargar con sus dos hermanas pequeñas mientras su madre utilizaba todas sus fuerzas para combatir a Uther y sus hombres pero todo fue en vano.

Ya fuera de los muros de la ciudad, Arwen vio desde lejos cómo su madre era asesinada.

Con lágrimas en los ojos, echó a correr de nuevo.

Las niñas se fueron a vivir al bosque de Sherwood situado en el reino de Locksley, a una cabaña propiedad de la familia de su primo Robert . En verdad era una casa muy pequeña, no ideal para una familia pero era el único sitio en que Arwen se sentía segura.

Tan sólo tenía seis años y ya se veía obligada a cuidar de dos hermanas todavía bebés, todo a causa de un déspota que sin motivo alguno le había declarado la guerra a la magia de la noche a la mañana.

Y tampoco tenían un padre conocido, ninguna de las tres, Brunilda las había criado en solitario desde el principio. Así que ahora estaban sólo ellas tres.

El tiempo pasó y las hermanas crecieron: Arwen cómo la hermana reflexiva e introvertida, Lunete cómo la alegre y charlatana y Nyneve cómo la sarcástica, huraña e impetuosa a la par que descubrían y desarrollaban sus "Rhodd", qué era cómo su familia llamaban a los dones mágicos inheridos a su linaje proveniente de la isla de Avalon: Los de Arwen estaban conectados con la materia y la metamorfosis, los de Lunete con la flora y la fauna mientras que los de Nyneve lo estaban con el agua.

Arwen nunca les contó lo que le había acontecido realmente a su madre, no quería que vivieran con ese peso sobre sus hombros, cómo en cambio tenía que hacer ella. Además quería que sus hermanas vivieran, algo que intuía que no podría pasar nunca sí ellas decidían ir y vengarse de Uther Pendragon, cómo él mismo había predicho.

Así pasaron veinte años.

Y entonces una voz femenina las llamó en sueños:

–Lady Arwen, Lady Lunete, Lady Nyneve; últimas descendientes del linaje real druídico, deben volver a Camelot y encontrarse con Merlín.

Las Magas de Albion (A Merlin BBC Story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora