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Chase

Una vez terminamos con el adelanto del trabajo, Montserrat salió corriendo hacia su habitación, mientras tanto, pude chismosear un rato las fotos que tienen en la mesa del televisor de la sala.

Mientras paso por cada una de ellas, mi sonrisa aumenta; sin duda Montserrat ha hecho un gran trayecto con el patinaje artístico. Desde trofeos de tercer lugar hasta el primer puesto en varios campeonatos, al igual que fotos de menciones a la mejor patinadora de hielo en la ciudad.

— ¿Y mi hermana? — Camillian aparece de la nada y me sorprende admirando la sonrisa de su hermana mayor.

— Se está arreglando —, es lo único que digo mientras recorro la sala.

— ¿Y eso? — Entrecierra sus ojos.

— Bueno, vamos a ir a una fiesta...

— ¡OMG! ¿La invitaste? Dime que siii. — Sus manos se juntan debajo de su mentón y me mira animada.

— Algo así.

Su chillido hace aparición y debo taparme los oídos para que no se me dañen los tímpanos.

— ¿Ya le dijiste que lo sientes?

— Calma, saltamontes. Vamos con calma, debo tantear terreno con ella. Ya sabes que he sido un imbécil con ella.

— ¿Imbécil? Ja, Chase. Has ido más allá de lo imbécil.

Cami se ríe de mi cara y sale de la sala dejándome nuevamente solo.

No sé cuánto tiempo ha pasado pero temo que la rubia haya cambiado de opinión, por esa razón me dirijo a su habitación pero cuando voy a colocar un piso en las escaleras mi respiración se corta al verla bajar por ellas.

Montserrat es preciosa pero hoy reluce más que nunca, lleva un vestido de tirantes que le llega a los muslos de color rojo y la tela es como arrugada pero se le ve espectacular al cuerpo, el cual combina con unos tenis blancos. Su cabello está recogido en una moña alta que deja ver perfectamente todas sus delicadas facciones. Mis ojos van directo a sus labios y trago saliva al ver que tienen un color similar al de su vestido.

— ¿Chase?

No me doy cuenta que ella ya ha bajado y se encuentra esperando.

— Dime...

— ¿Todo bien?

— Ehm, si. Es que... te ves... — no logro gesticular ninguna palabra completa y eso hace que Montserrat frunce su ceño.

— ¿Tan mal me veo? Dios, Chase. — Sale corriendo por las escaleras pero antes que llegue a las últimas, mi mano agarra una de las suyas.

La hago voltear y estamos tan cerca que puedo oler su perfume, no sé si es completamente cítrico pero me gusta.

— Te ves preciosa, Montserrat. Simplemente, me dejaste sin palabras, eso es todo.

Bueno, es la primera vez que veo a la chica sonrojarse en milésimas de segundos y eso me hace sonreír.

— Gracias, Chase.

— ¿Nos vamos? — Ella asiente pero antes corre por las escaleras y cuando baja, lo hace con un abrigo en sus manos.

— Ahora sí.

Le tiendo la mano y ella dudosa la acepta, entrelazo nuestros dedos y así, nos vamos al carro.

Nos encaminamos en un silencio tranquilo pero por dentro estoy sintiendo de todo y sólo por el sentir la mano de la rubia conmigo. Jamás pensé que ella aceptaría estar así conmigo pero creo que la subestimé demasiado.

STEP BY STEP [ACTUALIZACIONES LENTAS PERO SEGURAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora