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Dos semanas antes del inicio de clase

Montse

Las semanas previas al inicio de clases fueron las más agotadoras, desde los entrenamientos, Sabrina dándome varios dolores de cabeza y la nueva dieta que ella con un nutricionista que consiguió de la nada haciendo caso omiso de la profesional que la universidad tiene designada para cada uno de sus deportistas.

— Montserrat, ¿trajiste el plan alimenticio? — fue lo primero que Sabrina preguntó una vez llegué a la pista dos días después de que ella había pedido que lo llevara.

De manera cansada emití un suspiro, busqué en mi bolso, saqué el papel en donde estaba la dieta que llevaba cumpliendo más de un año y se lo entregué a Sabrina.

Ella solo lo ojeó y de inmediato lo rompió en varios pedazos.

Mis ojos se abrieron ante aquel acto de mi entrenadora pero decidí callar, con un movimiento en sus manos, fui directo a las bancas, me coloqué los patines e hice lo que más me calmaba: patinar.

El hielo y yo hemos sido mejores amigos desde hace mucho tiempo, es como si nos entendiéramos de una manera adecuada, perfecta. Nunca me llegué a imaginar que fuera mi refugio desde que papá se fue a otro país a trabajar. Desde su partida siempre iba a las pistas de hielo.

Me sentía como años atrás cuando él me llevaba y aún no tenía el equilibrio adecuado y mi papá tenía que sostenerme para no caerme.

— Papá, no me dejes caer —, fue lo que le decía siempre que mis pies se iban a otro lado.

Él solo se reía y me sostenía con muchísima más fuerza.

— Jamás te dejaré caer, princesita. Siempre estaré ahí para sostenerte en todo momento inclusive si llegas a crecer y ya no quieras saber de mí.

Era lo que siempre decía las veces que íbamos a la pista del centro comercial y yo repetía lo mismo una y otra vez. Inclusive si ahora no está conmigo en persona sino a través de una pantalla, él siempre ha estado ahí para mí.

Dios, cuanta falta me hace.

Sentí como una lágrima bajaba por mi mejilla derecha mientras estaba estirando las piernas, la sequé de inmediato ya que no podía dejar que Sabrina viera que estaba llorando, una de sus reglas es que dejemos a un lado los sentimientos en la pista.

Respiré hondo y me dirigí al hielo.

Inicié patinando común y corriente cuando empecé a escuchar la voz de Sabrina dándome órdenes.

— Quiero un perfecto toe loop, Montserrat.

Tragué saliva y de inmediato hice aquel giro el cual se basa en ir patinando hacia atrás para luego poner tu pierna izquierda en frente bien recta y luego pasarla al lado de manera perpendicular para llegar atrás y generar un impulso con la punta del patín, las ruedas se juntan y con los brazos juntos generas un breve impulso para hacer un giro y caer en la pierna derecha y la izquierda queda extendida hacia atrás.

Pude observar la mirada de Sabrina y si bien no fue de agrado, se conformó con el giro que hice.

Toda la mañana y parte de la tarde nos pasamos en giros, piruetas y demás.

Sabrina no me dió descanso sino cerca de la hora de acabar el entrenamiento cuando noté que alguien más estaba al lado de ella.

— Buenas tardes —, fue lo que dije cuando me acerqué a las dos personas que estaban hablando.

STEP BY STEP [ACTUALIZACIONES LENTAS PERO SEGURAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora