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Montse

Si alguien me dijera que en dos semanas mi vida iba a cambiar por completo, le hubiera dicho que se ha fumado algo.

Hace quince días que fue la fiesta de William, y desde que salí de su casa, no han parado de llegar mensajes a mi celular preguntando de dónde saqué esa habilidad y más aún, que me tienen respeto por haber vencido a Chase.

A simple vista lo vi como algo normal, pero a los dos días del suceso, me di cuenta que no era nada de lo que esperaba. Una vez mis pies tocaron el piso de la universidad, era como si todo el mundo me conociera. Desde saludos hasta charlas con personas que en mi vida había cruzado la mirada.

Esto se convirtió en un completo caos.

Ya hasta me da miedo entrar a los salones, es como si todo el mundo se diera cuenta sobre Montserrat Evans, antes tenía algo de popularidad pero ahora es como si estuviera compitiendo con la de Chase.

— No se olviden que la próxima semana deben traer el registro de las actividades que van a realizar en sus respectivas prácticas, es importante que incluyan realizar algo relacionado a la importancia de la salud mental. Ya se pueden ir — la profesora Mariam termina de hablar y todos se levantan para salir, pero no siento la necesidad de hacerlo.

El solo temor de que una avalancha de personas llegue a mí, hace que me estremezca. Jamás he sido una persona amante a estar en sitios tan llenos, siempre he buscado un espacio solitario, donde pueda respirar con calma y sólo oír mis pensamientos, pero estas semanas han sido todo lo contrario.

Me levanto con mucha cautela de mi asiento y me despido de la docente, ella me regala una de sus sonrisas que te tranquilizan.

— Montse, casi que no sales — Kathleen se encuentra conmigo a la salida del salón y silenciosamente le agradezco por salvarme.

— Sí, le estaba preguntando unas cosas a la profesora. — Le digo, esperando que se crea mi mentira.

Mi mejor amiga me escudriña pero sabe que no obtendrá nada si empieza a presionar.

— Como sea, ¿qué opinas que vayamos a ver el entrenamiento de las porristas?

Kathleen siempre ha sido una amante del porrismo y sueña con unirse este año, pero por el odio de Alena hacia mí, mi amiga no se ha animado a entrar.

— Kath, ¿por qué no te unes? — mi pregunta hace que su cabeza gire de tal forma que ella puede ver mi perfil.

— Montse, sabes que Alena no me aceptaría.

— Puede ser, pero si les demuestras a todas lo buena que eres, créeme que ni Alena se podrá negar. No te desanimes por lo que la líder de las porristas siente hacia mí, eso es entre ella y yo. Tú no debes estar en esa ecuación.

— ¿Estás segura, Montse? — Puedo notar un atisbo de nervios en su voz.

— Muy segura, cariño.

— Vale pues, voy a inscribirme en las convocatorias y les callaré las bocas.

— ¡Esa es mi amiga!

— ¿Eso quiere decir que me acompañas a ver el entrenamiento?

Me río ante su pregunta, ella sabe que a no ser que fuera por ella, no me atrevería a tocar el estadio de la universidad ni porque me pagaran por ello.

¿Ni porque aceptaste la invitación del quarterback?

Hago a un lado la pregunta de mi conciencia y me pongo en frente de mi mejor amiga.

— No, ni loca voy a esos lados. Y más sabiendo que habrá un poco de gente, sabes como me siento al respecto con la multitud.

— Bueno, es cierto ¿pero no tiene nada que ver con tu nuevo estatus de popularidad? — Capto burla en su tono.

STEP BY STEP [ACTUALIZACIONES LENTAS PERO SEGURAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora