3: El fantasma del ex príncipe

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La gente del pequeño pueblo salió de sus hogares, era apenas de madrugada y un molesto sonido de algo golpeando el suelo hizo que tuvieran que revisar. Uno de los mercaderes, en cuanto llegó a la calle principal observó a un joven que vestía túnicas blancas taoístas, su cabello largo y castaño acomodado en un medio moño un tanto torcido y sus ojos eran cubiertos por una venda, el joven avanzaba lentamente, guiándose por el lugar con una vara de bambú.

El hombre reconoció que de seguro era un cultivador ciego, que posiblemente viajaba sin rumbo, así que se acercó para brindarle algún cobijo.

—Buenos días, mi estimado cultivador —dijo amablemente.

El joven se detuvo y giró su cabeza en dirección a él.
Simplemente se inclinó en saludo.

Entonces este joven debe ser mudo también fue la deducción del comerciante. Siguió hablando por cortesía, indicándole al interesante joven que respondiera moviendo la cabeza y que él se aseguraría de hacer únicamente preguntas de sí y no para ayudarle.

—¿Vas hacia la capital?

Movió la cabeza de un lado al otro: No.

—¿Vienes de la capital?

Asintió: Sí.

—¿Sabes a dónde te diriges? Tal vez pueda ayudarte.

No.

—¿Sólo quieres ir lejos de la capital? —intuyó el hombre.

Sí.

Un pensamiento interesante cruzó por su cabeza. El mercader pensó que, posiblemente, este joven esté huyendo de algo, por lo general todos quieren ir a la capital, no al revés. Entonces…¡Tal vez este joven es un delincuente!

Volvió a verlo, buscando algún rasgo sospechoso. Solo encontró una amabilidad en la sonrisa del chico.

—¿Eres ciego de nacimiento? —preguntó.

No.

—¿Eres mudo de nacimiento?

No.

—¿Dónde están tus padres?

El joven no realizó ningún movimiento.

¡Eso es! Pensó el hombre. De seguro este chico era un joven cultivador para escapar de la realidad, que residía con una familia disfuncional. El padre, loco y borracho debió haber matado sin piedad a la madre y después de ello le arrancó los ojos a su hijo por haber visto aquello, al mismo tiempo, le rompió la garganta para que nunca más hablara. Ahora el chico se encuentra vagando lo más lejos posible de la capital, escapando del hombre que le hizo todo aquello.

¡Que valiente eres muchacho! Volvió a pensar con admiración.

—Si lo que buscas es un refugio, en este pueblo te lo podemos dar —notó cómo las demás personas también salían a ver al misterioso joven.

No.

Y se inclinó para demostrar su gratitud.

Este chico es tan educado pensó con lágrimas el señor. Ya hasta le daba ganas de adoptarlo.

—Entonces, ¿Qué tal si te damos provisiones para que continúes tu viaje?

El chico sonrió.

—Muchas…gracias —dijo lentamente.

El hombre lo miró sorprendido. ¡Por supuesto! El joven aún es capaz de hablar, pero no lo hace, su garganta debe estar tan destrozada que le duele el enfatizar palabras. No te preocupes niño, te daré la comida más digerible posible.

Dιϝҽɾҽɳƚҽ Y DσʅιԃσDonde viven las historias. Descúbrelo ahora