Capítulo 18

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Muchos pensarían que no se notaría demasiado la muerte de Dani el día dieciocho. Ya saben, durante toda su estadía no dijo ni una sola palabra.

Pero se sentía, y dolía como la mierda.

No dormí esa noche. Haerin y yo solo fuimos a nuestra habitación, pues Hanni dijo que quería estar a solas con el cuerpo de Danielle, el cual los hombres de blanco no habían logrado llevarse el día anterior debido a las protestas de mi mejor amiga.

Me abracé a mi esposa cuando escuché un grito proveniente del salón.

—¡No! —gritaba Hanni con desesperación. —¡No pueden llevársela! ¡Ella es mía! ¡No pueden llevarse lo único que tengo! —lloraba.

Pero creo que los hombres de blanco no la escuchaban, pues sus gritos continuaban y ellos no decían nada para intentar calmarla.

—¡No! —seguía llorando. —¡No se la lleven aún! —suplicaba.

Me abracé a Haerin cuando la escuché. Sonaba tan rota.

Me pregunté a mí misma si yo me escucharía igual cuando Haerin me dejara.

—¡Por favor! —en esos momentos solo quería ir hasta allí y abrazarla, pero tenía miedo.

Ella probablemente estaba enojada conmigo, pues me había negado a escucharla el día anterior.

La había dejado de lado cuando ella estaba perdiendo al amor de su vida.

Fue entonces cuando Haerin se levantó de la cama y caminó hacia el exterior. No me dijo lo que iba a hacer, pero lo intuí.

Fui detrás de ella, y no estaba preparada para ver aquello.

Dos hombres de blanco se encontraban frente a la puerta de la habitación vacía, y Hanni estaba frente a ellos con lágrimas resbalando por sus ojos, impidiéndoles la entrada.

—Por favor, no... —la escuché suplicar.

Su voz temblaba, y las lágrimas no se detenían. Siempre la había considerado una persona fuerte debido a sus constantes bromas, su gran tamaño y su sonrisa casi imborrable, pero en ese momento la vi tan frágil que temí que pudiera comenzar a destruirse en cualquier momento.

—Hanni, basta... —escuché decir a mi esposa, que lentamente se le acercaba.

Mi mejor amiga se negó con lágrimas en los ojos.

—Haerin. Quieren llevársela... No pueden, Haerin. No pueden —se notaba tan desesperada.

Mi esposa solo asintió. Tenía los ojos llenos de lágrimas que se negaba a soltar, y con un par de movimientos sujetó el cuerpo de Hanni y la alejó de la puerta, permitiendo que los hombres de blanco entraran a la habitación vacía.

—¡No! —gritó mi amiga con fuerzas. Mis oídos dolieron con solo escucharla. —¡Suéltame, Haerin! ¡No dejes que se la lleven! ¡No puedes permitir que me la quiten! ¡Por favor!

—¡Ella está muerta, Hanni! —exclamó Haerin, y su dolor fue el mío.

Hanni se relajó en sus brazos con estas palabras y lentamente se giró para mirar a mi esposa fijamente a los ojos.

Antes de que pudiera darme cuenta de lo que estaba sucediendo, Hanni la abofeteó.

—¡No! —creo que dije en cuanto vi esto. No iba a permitir que nadie la hiriera de tal forma, ni siquiera Hanni. —Sé que te duele, pero no por eso tienes derecho a golpearla, Hanni.

Su respuesta fue más fría de lo que pensé.

—¿Quién te ha dicho que puedes hablarme? —sus mejillas estaban llenas de lágrimas, pero sus ojos ahora solo me transmitían enojo.

Virus Letal | Catnipz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora