Vacaciones de Navidad

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Desde que había comenzado la universidad, las vacaciones de Navidad eran preciadas para Yamaguchi.

Ir a la universidad que quería era lindo, estudiar la carrera que quería era (un infierno la mayor parte del tiempo) lindo, y vivir por su cuenta en los dormitorios era (terrible cuando todo lo que quería los domingos era dormir el día entero mientras que sus compañeros de piso decidían tener la más grande y estúpida fiesta que pudieran pagar) un experiencia agradable. Así que regresar a casa para las fiestas era algo que esperaba con ansias. Era un tiempo para relajarse, olvidarse de la universidad durante unos días y respirar el viejo aroma de su hogar, del vecindario que lo vio crecer, reconectar con la gente que se pasaba extrañando todo el año y, por supuesto, descansar todo lo que pudiese para enfrentarse al siguiente semestre.

Cuando su mejor amigo se había ofrecido a recogerlo antes de regresar a su hogar con su novio, Tadashi había esperado un extremadamente largo e incómodo paseo, incluso había hecho una playlist específicamente para colocarse los audífonos y admirar el paisaje con la esperanza de que los dos tortolos se olvidaran de su presencia en el asiento trasero. Y cuando Tsukishima apareció en el estacionamiento de su universidad, recargado sobre el volante, visiblemente molesto, Yamaguchi estaba seguro de que sería un viaje cansado, sólo tal vez no como lo había imaginado inicialmente.

Con un suspiro tocó en la ventana del conductor para alertar su presencia. Tsukishima apenas levantó su cabeza para fruncir el ceño en su dirección y abrir la cajuela desde el control en sus llaves, ni siquiera molestándose en salir del auto para ayudarle con sus maletas o saludar apropiadamente. Yamaguchi resopló, bueno, tal parecía que un mes sin verse no era suficiente, tal vez debía de decirle a Tsukishima que estaba demasiado ocupado para la próxima vez que se le antojara ir a visitarlo, tal vez eso le enseñaría a extrañarlo con ganas (ambos sabían que no podía, ninguno de los dos podía, siempre se aseguraban de hacer tiempo para verse, al menos una vez al mes, esta vez había sido sólo una excepción).

Se dejó caer en el asiento de copiloto, rápidamente deslizándose a ese cómodo lugar metafórico que era su lugar seguro. Aquel lugar existía fuera del confort de sus hogares y recámaras, el lugar podía existir en cualquier lugar en el que se encontraran, siempre y cuando Tsukishima y él estuvieran en un espacio cerrado, preferentemente sin ser interrumpidos, era su lugar seguro. El resto del mundo no importaba y estaba permitido ser tan intensos como quisieran, ya que estaban seguros con el otro.

Tsukishima finalmente volteó a verlo, sus lentes fuera de lugar y frunciendo el ceño con fuerza. Yamaguchi lo conocía demasiado bien como para dejarse engañar con el rudo exterior que Tsukishima le mostraba, a través de ello podía reconocer lo vulnerable que era Tsukishima dejándole ver sus verdaderos sentimientos, lo que más desconectaba a Yamaguchi era una cosa: su frustración.

—Sakusa y yo decidimos terminar.

Sakusa. Ni siquiera le llamaba por su nombre, uff, Yamaguchi podía imaginar lo entretenido que iba a ser hablarlo.

—Supongo que eso explica por qué Sakusa no está en el carro —señaló Yamaguchi—. Pero ya lo odiamos, ¿verdad? Empieza a hablar mal de él para que me pueda enojar también —Tsukishima resopló una ligera risa antes de sentarse derecho de nuevo.

—Nada importante, sabíamos que era un imbécil desde el inicio —Tsukishima se encogió de hombros—. Y también sabíamos que no iba a funcionar fuera de... ya sabes.

Yamaguchi murmuró en entendimiento, tratando de cubrir la risa que casi se le escapa. Era adorable que Tsukishima no pudiera decir en palabras todo lo que había hecho enredado en la cama del otro hombre durante los pasados meses.

Un novio (falso) para Navidad | TsukiyamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora