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CAPÍTULO DOSLA COSECHA

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CAPÍTULO DOS
LA COSECHA





















Solange escuchó una risa que la hizo helar su cuerpo. Era una risa que podría asustar a más de uno.

— Que tentador es ver tantos jóvenes y brillantes rostros en este día. Soy la doctora Volumnia Gaul, su humilde vigilante en jefe de los juegos a cargo del departamento de guerra y asuntos relacionados — habló la mujer al frente. — Salí un momento de mi laboratorio el día de hoy para examinarlos a ustedes los líderes de la próxima generación. Después de todo no estaré para siempre — Solange pensaba que esa mujer estaba loca. Nuevamente esa risa.— Y ahora con este fin, tengo el honor de presentarles al creador de los Juegos del Hambre en persona el Decano Casca Highbottom.

Solange se sentó más recta en su silla al escuchar el nombre del decano.

— Estudiantes seleccionados, facultad y por supuesto Dra, Gaul. — Comenzó Casca a caminar por el pasillo. — Los he convocado a todos aquí para la décima ceremonia anual de la cosecha en la que elegimos a dos niños de cada distrito para lanzarlos a la Arena del Capitolio a luchar a muerte de los juegos del Hambre.

— No puedo creer que aún lo dejen hablar en público — susurro Clemencia.

— Y aquí sentados están los mejores veinticuatro prospectos — el Decano miró a los hermanos Plinth. — Veinticinco. Quienes esperan saber los resultados de un largo estudio de esta prestigiosa institución. Ansiosos por saber quien ganará el premio Plinth. Sin duda. Por tener un gran futuro.

Solange sentía la mirada en su nuca. Sus compañeros la miraban como un águila miraba a su presa. Ella no quería ser la presa.

— Sin embargo, estoy aquí para decirles que ha habido un cambio este año — continuó el Decano Casca. — Una tarea final para probar su valía porque... — hizo una pausa como si todo fuera una obra. — Los estimados ciudadanos del Capitolio se han aburrido de los juegos y simplemente ya no los ven y para que los juegos continúen deben tener audiencia.

La risa del decano era sarcástica. Todo era gracioso para ellos.

Solange se inclinó, Sejanus la obligó a que permaneciera sentada al tomarla de la mano.

— Así que la vigilante en Jefe Gaul — volvió a proseguir. — A intervenido para incentivar los valores patrióticos con su particular toque comenzando con ustedes, el premio Plinth ya no será  determinado por las mejores calificaciones.

— ¿Disculpe? — habló Aranchne Crane.

— Guarda silencio, Crane — dijo Solange. — No me dejas oír.

ROSES & REVOLUTION; ballad of songbirds and snakesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora