5. 𝗖ᴏʟᴍɪʟʟᴏs

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Tres de la tarde de un viernes. Tal y como lo ha ido haciendo durante unos meses, Mikey ha entrado en aquella cafetería como si no le importace nada de los alrededores. Siendo un joven universitario, no era de extrañarse que frecuentara esos lugares.

Como dictaba aquella costumbre que se había impuesto, tomó lugar en una de las mesas junto a la ventana y que daban a unos metros del mostrador donde preparaban las bebidas. Ya no tenía que ver el menú, se sabía de memoria lo que pediría.

Ahí, recargando su mejilla en su mano, esperaba a que cierto chico tomara su orden y es que sabía que la mesa que siempre ocupaba era la que siempre le tocaba atender. Tras unos minutos y tal como lo había previsto, un chico de cabello trenzado en una coleta se acercaba hacia él con el pequeño cuadernillo para tomar su orden.

Ken Ryuguji, conocido como Draken, ese era el objetivo de Mikey. No iba solamente porque las bebidas fueran buenas, claro que no: iba porque aquél alfa era de su atención; sobretodo el par de colmillos que no se esforzaba en disimular.

Para un omega, un alfa de buenos colmillos lo era todo ya que en eso dependía que tan marcada sería su mordida, y Mikey de tan sólo pensarlo le arrebataba alguno que otro suspiro. Draken al acercarse ni siquiera se sorprendió de verlo; por costumbre ya sabía quien era y poco más.

─ Mikey, ¿Querrás lo mismo de siempre? ─

─ Qué clase de saludo es ese, Kenchin. Pero si, quiero lo de siempre y asegurate de que tenga una banderita. ─ Reprochó el blonde, enseguida que una sonrisa infantíl digna de sus caprichos dejó ver al más alto.

─ Entendido, me aseguraré de la banderita. ─ Añadió, mostrándole una sonrisa y con ello deleitando a Mikey.

Tras ello Draken volvió a la cocina para entregar el pedido. Él no era parte como tal de la cocina, pero se encargaba de hacer las bebidas calientes por lo que se la pasaba en el mostrador a vista de todo el mundo. Mikey trataba un poco de no ser tan obvio, pero le era imposible no serlo; mirar a Draken sonreir en lo más mínimo simplemente para observar el par de dentículos que poseía era su más grande bendición.

Tras algunos minutos el pedido de Mikey estuvo listo. Draken volvió a donde el blonde se encontraba, extendiendo el menú al frente teniendo enseguida un destello se alegría del omega. Sin embargo, su rostro se apagó en cuanto no miró la banderita donde debía ir. Con eso Manjiro se cruzó de brazos, elevando una ceja y reclamando a Draken.

─ No hay banderita, no lo quiero. ─

Por supuesto que el más alto no había olvidado la banderita. Del bolsillo de su camisa sacó el adorno y lo incustró entre los vegetales que había de acompañamiento, mostrando una sonrisa añadió.

─ Nunca la olvide, idiota. ─

Con esas reacciones Mikey sintió un revoloteo en su interior, casi que pudo jurar sentir sus mejillas encenderse pero eso lo disimuló al levantarle el dedo de enmedio discretamente.

─ Baaakenchin, tú eres el idiota. ─

Draken no añadió más palabras, simplemente soltó algunas risas y se devolvió a su lugar de trabajo. Mikey se dispuso a comer lo que había pedido, y tras algunos minutos terminó con todo sintiéndose satisfecho. Tenía ganas de dormir, pero no sería bueno quedarse ahí sin nadie que lo llevara a casa, por lo que pidió la cuenta. No tardó mucho en llegar esta así que en cuanto estuvo en sus manos puso el dinero exacto, en cambio, algo nuevo lo detuvo en ese instante: un papel. Sostuvo el papel en sus manos y encontró un pequeño recado.

"Cuando quieras puedo clavarte estos colmillos que tanto miras. Podrías ser un poco más discreto."

Las palabras ahí escritas lo tomaron por sorpresa. Su mirada de inmediato buscó a Draken y en cuanto ambos se miraron, el más alto le dejó mirar una sonrisa, destacando los colmillos como si se estuviera burlando del blonde.

Chèri. © 〔❛ Tokyo Revengers | Omegaverse ❜〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora