3. 𝗔ʀᴏᴍᴀ

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Sin esforzarse demasiado, Rindō Haitani quien era un ejecutivo de alto rango en Roppongi podía distinguir sin problema alguno el aroma de esas feromonas. Al entrar en aquél departamento de fragancias para alfas las miradas siempre se posaban sobre él. Su porte de alfa dominante hacia ver por obviedad que de ninguna manera necesitaba algún perfume que resaltara su aroma, entonces ¿Por qué estaba ahí?.

La respuesta era más sencilla que cualquiera, pero es que nadie había prestado atención a ese detalle tan insignificante. Detras de uno de los mostradores había un chico de estatura más chica. Su simple apariencia podría conducir a la conclusión de que se trataba de un omega, beta si acaso, pero no: era un alfa, alfa recesivo de nombre Souya Kawata.

Souya era de los encargados de dotar de muestras a los clientes. Rindō lo tenía bien ubicado y es que no se acercaba con esas intenciones: era su aroma el que lo traía completamente loco. El olfato de Rindō era una herramienta muy delicada, algo de alto rango que no cualquiera podía tener, y es que el suave olor a moras y miel que salía de los poros de aquél chico era embriagante, un placer que no siempre podía tener.

Su estrategia en ese día era conseguir algo más del chico, poder llevarse algo que lo dejara tranquilo en casa al menos unos días, y es que el matrimonio entre alfas no era aún tan bien visto, así que tratar de cortejar con él sería como querer sepultar su fama en un sólo intento. Tan pronto se acercó al mostrador aquél chico de hebras azules levantó la mirada, dando una suave reverencia que resaltó aún más el aroma que tanto fascinaba a Rindō.

─ Señor Haitani, es bueno tenerlo se vuelta. ─ exclamó, justo antes de incorporarse y quedarse viendo fijamente a los orbes violetas que tenía aquél hombre.

─ Siempre es agradable estar de vuelta. ─ Fue el intento de respuesta que quiso dar, y es que tenerlo tan cerca no le ayudaba a permanecer en sus cabales.

Tan pronto el peliazul tuvo esa respuesta, una serie de nuevas botellas diminutas colocó frente a este, cada una con una etiqueta que contenía un número en específico de serialización pues parecía ser una nueva serie de perfumes para betas. Rindō elevó una ceja, sabía lo que pediría aquél chico de menor estatura y es por ello que sin ton ni son abrió de una en una aquellas y se las llevó suavemente a las fosas nasales.

Olfateó cada una de ellas, en algunas hizo una especie de mueca cosa que anotaba Souya atentamente en una pequeña libreta que siempre mantenía guardada en el pequeño bolsillo de su camisa. En cuanto el más alto terminó de hacer todo aquello, mirada volvió al chico que continuaba haciendo notas, hasta que se detuvo y puso atención ahora a lo que el dominante tenía que decirle como retroalimentación.

─ Creo que han mejorado. El número 1007 y el 1011 son demasiado fuertes para un beta, trata de suavizarlos un poco más. El 1015 casi no se nota, hazlo más llamativo. ─

Souya volvió a anotar todo con velocidad, mientras una pequeña caja que contenía café le extendió, misma caja fue a oler para quitar todo rastro de los aromas antes probados. En cuanto el peliazul terminó, supo que era el momento de su "pago". Fue entonces que del bolsillo de su pantalón y, minucioso, sacó lo que parecía un pañuelo. Este mismo lo extendió hacia Rindō por debajo del mostrador, quien lo tomó haciendo un roce coqueto sobre la palma de Souya con total propósito de provocarlo.

Souya sintió aquello, e irremediablemente sintió un rubor posarse en sus mejillas mirando aquella sonrisa burlona de Rindō. Souya frunció el ceño, y a cambio ahora tenía en manos un papel dejado por Rindō.

─ Ten un buen día. ─ Fue todo lo que dijo el Haitani antes de salir de ahí.

El Kawata, en cambio, se inclinó a modo de respeto y aprovechando esa oportunidad desdobló el papel para ver el contenido. Su reacción fue un intenso color rojizo inundarle por completo el rostro: Rindō siempre hacía lo que le pegaba en gana.

Chèri. © 〔❛ Tokyo Revengers | Omegaverse ❜〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora