Resumen: ¿Cree en el destino? Si es así el suyo está tatuado en las hermosas pecas del omega que se sienta delante suyo.
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Felix recuerda la primera vez que lo vio. El chico se había trasladado a medio semestre, se había presentado a una clase desinteresada y media adormilada por el calor del verano.
Felix mordisqueó la punta de su lápiz, sus ojos se dirigieron a la tarjeta de identificación en su cuello vio el color amarillo encendido, las franjas negras
Eso lo despertó lo suficiente
Era un omega presentado
El miro su propia tarjeta sobre su escritorio, de un amarillo pálido, líneas blancas.
Una mierda que el ministerio de educación había implementado en los institutos y en la mayoría de los niveles educativos, los únicos que se libraban a medias eran las universidades.
El chico se irguió más cuando se presentó, tenía una bonita voz y tenía hoyuelos cuando sonreía.
Lindo
Su nombre era Chan.
El resto de la clase la pasó sentado detrás de él y su omega picaba con hacerle conversación. Felix jamás tuvo el mejor autocontrol sobre sus emociones, menos sobre sus decisiones, demasiado impulsivo para ser un omega, bromeaban a veces.
El único que ponía mala cara era su hyung Minho, Felix solía encogerse de hombros y se burlaba de sí mismo "bueno alguien tendrá que ponerme la correa".
Inquieto se había movido en su asiento queriendo volverse y entablar una conversación tonta con el omega contrario, y sobre todo saber cómo es, ósea presentarse y todo eso.
Había escuchado historias de terror al respecto, pero a sus dieciocho años estaba al filo del asiento esperando el placer más exquisito o una abominación de dolor que lo haría jadear.
Los adultos eran demasiado exagerados.
Pero se dio cuenta que era tímido o no sabía cómo iniciar una conversación. Lo veía llegar todas las mañanas, el cabello castaño siendo dorado cuando la luz vespertina lo atravesaba, pálido, vestido completamente de negro con una polera excesivamente grande.
A veces le daban ganas de mordisquear algo, solía terminar mordiendo las poleras de Minho hyung, las encillas le picaban.
Entonces notó como lo ignoraban algunos pasaban de él, en los recesos sentándose completamente solo.
