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—Dios, ¿Ahora que pasó?

La fémina miró preocupada en dirección hacia su chico, que se encontraba con el uniforme más desarreglado de lo habitual, junto a unos golpes repartidos por su rostro.

Al no recibir respuesta del peliverde,
enseguida sus dedos pulgar e índice apretaron su entrecejo, mostrando molestia.

—¿A quién fue esta vez? –Zoro mantenía su mirada desviada de los orbes c/o, tratando de esconder su vergüenza.

—Usopp –Habló el peliverde con voz baja– Unos imbéciles de último año lo golpearon detrás del salón de gimnasia, tu sabes que no me quedaría sin hacer nada.

—Lo sé lo sé, solo que ya es la cuarta vez este mes. No me gusta que también te golpeen a tí...

Enternecido por las palabras de su novia, Zoro llevó su mano a la cabeza de la chica, acariciando su suave cabello.

—Tranquila preciosa, no es nada grave, pero... ¿Te importaría? –Dice señalando su rostro–

_____ asintió, tomando asiento en las escaleras junto a ellos siendo seguida por Zoro.
De su mochila sacó un poco de papel higiénico el cuál mojó levemente con el agua de su botella.
A continuación acercó lentamente el papel mojado al rostro de Zoro, limpiando con suavidad las áreas afectadas, llevándose una cantidad diminuta de sangre y ligeros rastros de suciedad.

Mientras ella se mantenía ocupada limpiando su rostro, Zoro la miraba atento, admirando la concentración que ella daba al proceso.

—Ya casi... –Pronunció lentamente dejando de lado el papel húmedo, sacando una curita de su bolsa de útiles, le quitó el plástico que la envolvía, lista para usarse.

Con un delicado movimiento evitando lastimar al peliverde, colocó el curita en su pómulo.

—¿Ya? –Pregunta Roronoa tocando el lugar atendido.

—Ya quedó –Declaró la C/P, guardando lo anterior utilizado para después tirarlo.

Antes de que pudiese guardar su botella de agua, Zoro tomó su rostro, haciéndola mirar a su dirección.

—Gracias Preciosa –No conforme con el agradecimiento verbal, acarició las mejillas de _____ con sus pulgares, uniendo sus labios con los de ella, formando un rápido pero a la vez tierno beso.

Al separarse, _____ asintió dando a entender que no había problema con ello, pues ya había sucedido varias veces en el pasado.

—Pero, ¿Me prometes que te cuidarás más?

—No prometo nada –Posterior a su declaración, el ojogris dejó salir una pequeña carcajada.

En realidad, a Zoro no se le complicaba nada salir sin ningún rasguño de las peleas, pero disfrutaba mucho ver a _____ tan preocupada por el, siempre llevando papel y curitas lista para cualquier emergencia de su chico.
Por ello dejaba pasar unos cuantos golpes, para tener a _____ tan cerca que puede escuchar los latidos de su corazón.

 Por ello dejaba pasar unos cuantos golpes, para tener a _____ tan cerca que puede escuchar los latidos de su corazón

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