Mientra Cassidy discutía con Chase, en otro lugar del pueblo, aunque eran las siete de la noche y aún era muy temprano para dormir, dos chicos estaban profundamente dormidos, después de tener una tarde acelerada, llena de caricias, besos y sexo, al terminar habían quedado agotados. Sin embargo, a pesar de su agotamiento, se sentían plenos y satisfechos por el tiempo que habían compartido juntos.
A medida que se sumergían en un sueño reparador, sabían que al despertar estarían listos para enfrentar juntos cualquier desafío que se les presentara, o quizás no.
El chico más joven y pelinegro extendió su brazo para alcanzar el móvil que vibraba ruidosamente en el escritorio junto a la cama. Se frotó los ojos y cuando vio quién lo estaba llamando, los abrió de golpe, sentándose automáticamente.
—Maldita sea —vociferó, contestando la llamada—. Hola, ¿a qué se debe esta milagrosa llamada? —habló, tratando de hacer una broma, pero el silencio le indicó que no lo había logrado.
—¿Dónde diablos estás? —preguntó la voz de forma brusca. El enojo era notable. El pelinegro se puso de pie—. No te veo desde el instituto.
—Es viernes. Le dije a mamá que me quedaría todo el fin de semana en casa de —hizo una pausa, caminando de aquí para allá, no recordaba bien la mentira que le había dicho a su mamá—. De Adalyn.
—Edmund.
—¿Ah?
—No te creo una mierda.
—Estoy bien —interrumpió—. No soy tú prisionero, ¿vale? —declaró, luego colgó la llamada. Puso su móvil donde estaba antes, colocó ambos brazos en las sábanas, las cuales apretó después de suspirar.
El chico se quedó parado, con la mirada fija en el móvil que descansaba en el escritorio. Sentía una mezcla de emociones mientras reflexionaba sobre la llamada y la pregunta brusca que acababa de recibir, de seguro que su hermano no le creyó su obvia mentira. Sabía que tenía que tomar una decisión, pero no estaba seguro de cuál era la mejor opción. Su felicidad o la sociedad.
Caminó hacia la ventana, mirando hacia afuera mientras su mente se llenaba de pensamientos. Hace unos minutos estaba durmiendo feliz y ahora se preguntaba si debía contar la verdad o si debía seguir ocultando su paradero. La voz de su mamá cuando él le contó lo que pasaba resonó en su cabeza, recordándole las consecuencias de sus acciones y de la secreta relación que tenía.
Suspiró profundamente y se prometió a sí mismo que tomaría el control de la situación.
El otro chico, también pelinegro, se despertó de forma lenta, sintiendo un vacío a su lado. Frotó sus ojos somnolientos y se sentó en la cama, tratando de entender lo que estaba sucediendo. Miró a su alrededor y vio a Edmund al otro lado de la habitación, mirando a través de la ventana, con preocupación en su rostro.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan serio? —preguntó el chico, bostezando.
El chico más joven suspiró
—Ya me voy —explicó, comenzando a buscar su ropa.
El chico de cuello, brazo y torso tatuado, se levantó de la cama y se acercó a él, poniendo ambas manos en los hombros de Edmund. Ambos chicos se miraron, compartiendo un momento íntimo.
—¿Qué sucede? ¿Por qué estás molesto?
—No estoy molesto. Estoy tomando control sobre esta situación. —soltó, dejando confundido a quién tenía en frente —. Esto se acabó.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿No te gusto nuestra tarde?
—Sí, me gustó. Pero no es por eso. —le informó.
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The Shadows Teen©
Mystery / ThrillerEn un pequeño pueblo, cuatro familias han estado viviendo en armonía durante generaciones. Cada una de estas familias tiene una larga historia y un legado en el pueblo, y aunque hay diferencias y rivalidades, han logrado mantener una convivencia pac...