Parte 1

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Donación de sangre

Parte 1

— ¿Seguro te sientes bien, Bucky? Podemos volver con la doctora—hablo Steven Rogers, Capitán del ejército, a su soldado una vez que salieron de área de donación de sangre del hospital donde se encontraban.

Habían terminado hace pocas horas una misión y tanto Capitán como su equipo pasaban por un chequeo de rutina en el hospital central de la ciudad antes de dirigirse cada uno a su hogar para unos días de descanso antes de volver a la base. Los heridos eran curados mientras se le realizaban los chequeos y los sanos aprovechaban a donar sangre cada que podían, ya que eran consiente que mucha de la sangre en los bancos de la misma eran utilizada por ellos mismos en urgencias.

—Me siento bien, solo fue un mareo cuando termino.

—A mi también me dio un mareo, pero le dije a la doctora.

—Pensé que te descompusiste, cuando salí y tu todavía no.

—Pues si me descompuse, pero también me paso la primera vez que done, antes de siquiera terminar tuvieron que detenerlo, pero en esta ocasión si llegue a completar los 450mililitros. Me comenzó a dar calor, luego un mareo y ganas de vomitar cuando termino, pero la doctora me mantuvo recostado y me hizo oler alcohol, por eso debiste decirle tu también.

—Ya se me paso—volvió a asegurar Bucky mientras ambos avanzaban en la fila de la cafetería del hospital en el que se encontraban y le entregaban a la chica cada uno su cupón que valía por un desayuno gratis por haber sido donantes de sangre.

—Pueden tomar asientos, Capitán, en un momento le llevamos el pedido—informó la chica con una sonrisa amable.

—De todas maneras—continuó Steven cuando tomaron asiento—te equivocaste con la información, la doctora me dijo que no era necesario venir en ayuna, que era ayuna de grasas, podía tomar una infusión con azúcar—se quejo.

— ¿Podíamos?

—Sí, yo pensé que era en ayuna, la primera vez que done no me dijeron que no era así, y la doctora me acaba de decir que era ayuna de grasas, que siempre leen mal los folletos... ¿tu ya habías donado?

—Sí, no la últimas veces que vinimos, casi siempre termino lesionado junto contigo, pero en una ocasión estaba todavía mejor que hoy y done, pensé que era ayuno también, incluso me preguntaron si quería donar un poco mas y hoy me dijeron que tengo buenas venas para donar plaquetas, que vuelva en unos días—comentaba Bucky mientras la chica se acercaba con sus pedidos.

Comenzaron a desayunar entre uno y otro comentario sobre los chicos del equipo, los hombres lesionados, los que aun faltaban que terminen el chequeo, la emoción tanto de Bucky como de otros soldados de regresar a sus hogares, dormir y salir a algún bar, conocer chicas lindas o rencontrarse con alguna novia.

— ¿Y tú? ¿No tienes nadie a quien quieras ver desde la última vez? Pasaron largas semanas.

—Oh, sí, mi vecina seguramente extraña fisgonear mi ventana para espiarme cuando me cambio y el perro de la esquina siempre me recibe con una buena competencia de velocidad yendo por los huesos de mi pierna—dejo su desayuno a medias y comenzó a desabrochar los botones de la camisa de su uniforme, dejando ver la camiseta blanca, sin mangas, que llevaba debajo.

— ¿Qué te sucede?—preguntó Bucky.

—Tengo calor—se la termino de quitar, froto sus ojos con sus manos.

— ¿Steven? ¿Steven, estas bien?—Bucky comenzó a preocuparse.

—Sí, solo, no veo—murmuró.

— ¿Cómo que no vez? ¿Steven, estas bien?—pero Steven ya no contesto, el sonido de la voz de su amigo y compañero de batallas comenzó a oírse lejano, quería decirle que estaba bien, que nos e preocupe, que lamentaba asustarlo, pero no podía, abría los ojos y no veía, tenía ganas de vomitar, el calor continuaba subiendo en su cuerpo y ya no escuchaba nada.

Donación de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora