Muñeca Okiku

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Una de las leyendas urbanas más populares en Japón es el caso de Okiku. La historia se remonta al año de 1918, cuando una niña, de tres años, llamada Kikuko Suzuki contrajo una grave enfermedad que la obligó a quedarse en cama durante meses.

Durante esos largos meses, su hermano mayor, Eikichi Suzuki, visitó la ciudad de Hokkaido donde le compró un inolvidable regalo. Una muñeca que tenía la cara de porcelana blanca, ojos intensamente negros, el cabello oscuro a la altura del hombro y un tradicional kimono.

La pequeña Kikuko decidió bautizar a su muñeca con el nombre de Okiku. Y se dice que la niña era tan unida a su muñeca que nunca se separaba de ella, incluso la trataba como a una hermana menor.

La salud de la niña fue empeorando con el paso del tiempo hasta que pasó a mejor vida. La familia Suzuki decidió conservar a la muñeca Okiku y al paso del tiempo, observó como el cabello, que inicialmente le llegaba a los hombros, comenzaba a crecer inexplicablemente.

Aunque la familia le cortaba el cabello, este le volvía a crecer, por ello llegaron a pensar que la pequeña Kikuko habitaba en la muñeca Okiku. Es por ello que hoy se dice que la muñeca es especial, porque su cabello siempre vuelve a crecer, aunque se lo corten.

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