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—Muy bien. Empiezas el lunes de la semana que viene.—La voz de aquel hombre de cabello castaño resonaba por la habitación del personal de la cafetería estilo vintage en la que Taylor estaba buscando trabajo.

—Muchas gracias.—Se levantó del sofá y salió de la habitación con una sonrisa plantada en la cara. La verdad es que no le hacía mucha ilusión trabajar en una cafetería, pero tenía que conseguir dinero de algún lugar para poder pagar la universidad ya que habían despedido a su mamá de su trabajo y ya no podría pagar los estudios del moreno, por eso que lo hayan aceptado en aquel trabajo de medio tiempo le levantaba los ánimos. Tendría que empezar a trabajar de lunes a sábado justo en el horario en el que sus clases terminaban. Debería apresurarse un poco para llegar, pero no era nada demasiado complicado.

Cuando salió se peinó el cabello con una mano mientras sentía el viento helado golpeándole en la cara. Era una época de invierno y estaba haciendo mucho frío últimamente. Se encaminó calle abajo y subió al autobús, un vehículo de un color gris bastante apagado con rayas amarillas que siempre iba repleto de gente y donde el moreno nunca encontraba un lugar para sentarse.

Cuando llegó a su casa, dejó la mochila sobre la mesa y subió a su habitación. Estaba cansado y de verdad quería dormir un poco. Y así lo hizo, cerró los ojos y cayó en un profundo sueño.

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La tarde del lunes había llegado, y Taylor no podía estar más nervioso.
—Buenas tardes.—Entró a la cafetería con una sonrisa de lado a lado reflejada en su cara. Siempre había sido bastante carismático y extrovertido, tal vez por eso las personas a su alrededor le parecían tan aburridas. Nadie le respondió, así que solo entró a la sala de personal a ponerse el uniforme. Cuando abrió la puerta, uno de los empleados de cabello rojizo le dedicó una mirada rápida pero feroz. Sería una jornada difícil, y lo sabía a la perfección.
Se puso el delantal que era de un color verde oscuro y una gorra hacía atrás que tenía el logo de la cafetería plasmado en el medio.

Y así, como estuvo esperando toda la semana, comenzó su primer día de trabajo. Iba de mesa en mesa anotando pedidos y llevándolos en elegantes bandejas de madera a los sitios correspondientes. Habían clientes de todo tipo: jóvenes, ancianos, adolescentes, familias felices y numerosas, parejas y entre otros. El moreno contaba con mucha energía y respondía con carisma a todo lo que le decían las personas.

—Hijo, estás muy guapo.—Una viejita que disfrutaba de un té con una joven lo miró de arriba a bajo. Taylor dejó escapar una risita.

—Nada que no se le compare a usted.—Le dedicó una sonrisa divertida mientras se alejaba lentamente. La señora lo tomó del borde del delantal.

—Quería saber si te gustaría cederle una cita a mi hija.

—¡Mamá!—La chica de ojos verdes le gritó sorprendida.

—¿Qué? Ya tienes 20 años y nunca me presentaste un novio.—Habló ofendida.

—¡¿Y qué?!—Se le veía bastante enojada y avergonzada.

—Empiezo a creer que eres lesbi-

La chica se levantó de golpe de la mesa apoyando las manos fuertemente sobre esta, causando un ruidoso estruendo que llamó la atención de casi todos los presentes dentro de aquella cafetería que era en gran parte del tiempo, tranquila. Taylor miraba la situación sin saber qué hacer, estaba totalmente paralizado y tenía los ojos abiertos como platos. La joven caminó hacía afuera a paso apurado sin siquiera mirar atrás.

—¡Hija! ¡Agh! Maldita niña inmadura.—Cuando intentó levantarse, el moreno puso una mano en su hombro.

—No quiero ser entrometido, pero no creo que sea buena idea ir tras ella.

Coffee Shop - Taylor & Nicholas ✮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora