CAPÍTULO IX: EL LOCO (Arcano Mayor)

198 17 17
                                    

Capítulo IX: EL LOCO (Arcano Mayor)

《No quise creerle a las cartas cuando me dijeron que eres inocente, pero sigue resaltando lo mismo. Está bien, supongo... Lo importante es que nos vamos a encontrar con una novedad, que no tendría que ser nada negativo siempre y cuando analices todo a fondo, ¿no?

Seguí mi tarea de observar a Rosana y Tom en su tobjetivo de mezclar cervezas, en un extraño intento de que supiera bien. A mi amiga ni siquiera le gustaba la cerveza, pero al parecer daba lo mismo. A mí me hacía acordar al sabor de los labios de Nacho durante alguna festividad, era su bebida alcohólica favorita, aunque nunca tomaba lo suficiente como para embriagarse y yo solía pasarme hasta acabar rogándole que hicieramos alguna estupidez; él sabía que me arrepentiría por siempre y me detenía justo a tiempo.

Finalmente parecieron culminar su misión y me extendieron un vaso.

—No nos odies si queda mal— me dijo Tom mirándome a los ojos.

—Sé que no es personal— contesté en burla, dedicándole una sonrisa a boca cerrada al terminar, intentando que no notara que la idea me asqueaba un poco.

Tomé el vaso con mi mano derecha y lo aproximé a mi nariz, intentando descifrar aquel olor. Sí era cerveza, pero olía algo raro...

—Si lo pensás mucho no te vas a animar— me advirtió Rosana.

La contemplé y le regalé una mueca. Ya no estaba tan segura de querer formar parte de su experimento. ¿Siquiera cómo habían llegado a la conclusión de que era buena idea mezclar cervezas? ¿Tenía sentido o nos enviaría directo al hospital?

—Ya no sé si quiero— les hice saber.

Rosana me observó por unos segundos, en los que decidí no quitarle la mirada de encima y se sentó sobre un taburete que estaba junto al desayunador.

Le eché una mirada a la cocina abandonada. Los demás habían terminado de cocinarse minutos atrás.

—Tom— llamó mi amiga al chico frente a ella—. ¿Crees que Romeo quiera estar con Miel?

—¡Rosana!— Solté demasiado rápido. Aunque la respuesta me interesaba lo suficiente como para no decir nada más, dejando un margen de respuesta, expectante ante lo que pudiera salir de los labios del chico frente a nosotras.

Tom rió para sí mismo con el vaso de cervezas en su mano.

—Creo que sí, por eso habrá invitado a Caetana— contestó.

Le eché una mirada a mi amiga confusa y ella me respondió con una igual. Hay un lenguaje que existe y funciona solamente cuando dos amigas se contemplan. Rosana volvió a sacudir su cabello y se centró en Tom.

—No entendimos— le dijo.

Tom rodó los ojos sonriendo.

—Siempre van y vuelven, y casualmente ella cayó a casa después de que Romeo viera a Miel— explicó levantando sus hombros, restándole importancia—. ¿Tomamos?— cuestionó señalando el vaso en su mano.

Asentí lentamente mientras intentaba comprender las palabras que habían salido de su boca, pero aún no conseguía unir del todo los puntos. ¿Qué sentido tenía invitar a su interés amoroso si es que le interesaba pasar un rato conmigo? Aún más siendo consciente de aquella información. Dejó de pasar por mi mente la idea de acercarme y arruinar un par de noches.

Llevé el vaso con la mezcla a mis labios y fruncí el ceño cuando su sabor amargo raspó mi lengua.

—Mierda— solté alejando el vaso de mí. Fruncir el ceño ante aquello fue inevitable

ÓsculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora