Postres de jengibre

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Satoru nunca se imagino en una situación como tal. Ser el tutor legal de dos niños. Tsumiki es una niña muy dulce, siempre anda cuidando de su hermano mientras que Megumi es todo lo contrario. Satoru no sabe que lo impuso a conocerlo, Toji no le había pedido eso explícitamente ¿O sí? Quien sabe, el nunca entendió como funcionaba la cabeza de ese hombre. Ahora se encuentra caminando con un silencioso Megumi y una alegre Tsumiki por la calle después de haber ido a un parque cercano. El había decidido que ambos niños estarían mejor viviendo con el, por suerte ya había terminado la escucha de hechicería y también se había desligado de la mansión Gojo, por lo cual ahora vive en una casa céntrica en la ciudad. Suelta un suspiro mientras entran a una pastelería a comer algo. Es bonita, de paredes rosa palo con café, el olor a pastel, vainilla y café se entremezcla, es un olor agradable. Hay unas mesas de madera redondas. Detrás del mostrador no se encuentra nadie, lo cual le parece raro. Los niños se sientan en una mesa mientras el peliblanco se acerca hacia el mostrador y toca el timbre. El no es caracterizado por una gran paciencia, cuando no recibe respuesta tres minutos después, vuelve a tocar el timbre insistentemente.

-. Está cerrado! -escucha una voz desde adentro de la que supone es la cocina.

-. ¿ah sí? ¿Entonces por qué la puerta está abierta? - dice el. Lo siguiente que escucha es el sonido de algo caer al suelo y hacer eco en todo el local. Ambos niños miran hacia el. Casi al instante sale un remolino naranja de la cocina. Satoru no es capaz de verla ya que con una velocidad que no cree humana, ella corre a cerrar la puerta con llave. Al hacerlo suspira con alivio. Rápidamente siente las miradas confundidas de las personas que habían entrado. Voltea y se encuentra con dos niños muy adorables mirándola. Ella se acerca a los niños y se agacha para estar a su altura.

-. Lo siento mucho niños. No estamos atendiendo hoy, pero si necesitan algo en especial puedo prepararlo por ustedes. - dice ella con ternura y amabilidad. Les sonríe. Ambos niños asienten con una sonrisa y las mejillas sonrojadas.

-. Oye ¿Por qué me ignoras? - dice Satoru. Ella voltea hacia el y se levanta. No se había dado cuenta de la presencia del chico, cosa que lo había ofendido profundamente.

-. Lo siento mucho. Coloqué el cartel de cerrado, pero venía tan apresurada que olvide cerrar la puerta. - dice ella con sus mejillas sonrojadas.

La chica no puede evitar pensar que aquel hombre es extremadamente atractivo, con unos ojos azules como nunca los había visto antes, su cabello blanco y su rostro tallado por los dioses. En cambio el la miro sin interés, una chica de cabello cobrizo de una tonalidad naranja, mejillas con pecas levemente salpicadas en su pálida tez. Ojos amarillos comunes, o quizás no tanto.  Ella le sonrió, fue una sonrisa cálida, de las más calidad que ha visto.

-. Lo siento señor ¿Algo en especial que deseen? - pregunta está vez de manera general. El suspira.

-. ¿Que quieren comer? - cuestiona el a los niños.

-. Yo quiero dulces de jengibre. - dice Megumi. Ella asiente.

-. Yo quiero tarta de frutos rojos. - dice Tsumiki.

-. Yo también comeré tarta de frutos rojos. - dice el. Ella asiente.

-. Muy bien. Iré a preparar sus pedidos. Hay un chocolate especial que recién vino hoy. Les gustaría probarlo? - cuestiona. Los niños asienten.

Ella les regala una sonrisa y se adentra de nuevo a la cocina. Satoru se sienta en la mesa con los niños y suspira. Se siente un poco cansado, quizás no físicamente, pero si mentalmente. Dividir su tiempo entre ser hechicero y al mismo tiempo estar presente en la vida de dos niños no facil, tampoco lo era ser un buen ejemplo para que ambos sean personas de bien en el futuro y quizás esa última parte es lo que más difícil es para el, ya que Satoru todavía tiene actitudes infantiles en ocasiones, es como un niño cuidando a otros dos, con la diferencia que el primero tiene dinero y una vida adulta. Su familia no estuvo de acuerdo con ello, pero desde hace mucho tiempo dejo de preocuparse por lo que piense su familia.  A pesar de todas las dificultades, siente que su vida se ha vuelto un poco más interesante, ha desaparecido un poco ese vacío en su corazón, por lo menos en una gran parte.

Family love Donde viven las historias. Descúbrelo ahora