Family love

Comienzos

TN se siente feliz. Finalmente siente que tiene una familia, desde niña ella habia tenido que arreglarselas por si misma, ya que creció en un orfanato, nunca había sentido lo que era tener una familia o algo parecido. Su sueño había Sido tener una familia, pero encontrar a alguien con quién formarla siempre había Sido su problema, nunca sintió amor antes y quizás por ello no era fácil reconocer cuáles eran sus sentimientos hacia los hombres en general, todo lo relacionaba con amistad y eso llevaba a malos entendidos siempre, era el tipo de chica despistada que no se daba cuenta de nada, sin embargo cuando la amiga de satoru dijo aquellas palabras días posteriores, se sintió con los ánimos por el suelo. Ella sabía que a pesar de su edad parece muchísimo más joven por su estatura, también por su rostro infantil, aunque su cuerpo tampoco era el de una niña y aunque no era tan voluptuosa como aquella mujer, tampoco era una tabla. Aquello le había llevado a comprender erróneamente que quizás Satoru si tenía esos gustos y finalmente aceptando que su sentimiento extraño por Satoru estaba fuera de lugar, la calma había llegado a ellos. Ella actuó como si nada y volvieron a retomar la rutina de hace semanas atrás. Ahora ella entendía que el solo era su amigo o quizás un conocido, pero nada más.

Satoru quería realmente estar feliz porque al final todo había resultado bien, pero no lo estaba. No lo entiende y quizás eso es lo que más le fastidia, pero tiene una espina lastimandolo desde hace una semana. TN y el se habían quedado conversando hasta tarde, entre hablando del trabajo de Satoru, de las ventas de la pastelería y de la escuela de los niños, había surgido la propuesta, de parte del chico, de salir a cenar días después a un nuevo restaurante que abrieron en la ciudad. Su sorpresa fue grande cuando ella le dijo que "tenía una cita para esa noche" pero luego de la sorpresa llegó el enojo, simplemente se sentía traicionado. Ella le había comentado que la cita la tendría con Jiro y lo recordó de aquella vez en la tienda. Ella no dió explicaciones y el asumió que se trataba de una cita amorosa, sin embargo no dijo nada, pero desde ese día ha tenido que aguantar a sus propios pensamientos respecto a esa cita y a lo que eso significaba ¿Acaso ella sería capaz de cambiarlos y abandonarlos por el? No lo sabe, pero la sola idea le quita el sueño y no es capaz de encontrar nada que aliviane su mente después de eso. Quizás sea por su personalidad egoísta, pero no la quería compartir con nadie, menos con aquel idiota, odiaba la idea de imaginarla con el, simplemente sentía el estómago revuelto cada que pensaba en ello y quería gritar de furia, pero simplemente fingía que nada pasaba ¿Qué otra cosa podía hacer? Al final ella es joven y libre para elegir al hombre que más le parezca como novio ¿No? Entonces.. ¿Por qué le disgustaba tanto la idea? No lo sabe.

-. Satoru San ¿Escucho algo de lo que dije? - escucha su voz. Entonces vuelve a la realidad; ambos se encuentran en la pastelería, es víspera de reyes magos y aunque eso no se celebra en Japón, TN tenía la tradición de ir a los orfanatos cercanos y hospitales a entregar galletas y cupcakes, en esta ocasión los niños y Satoru estan ayudándola a decorar las galletas, el peliblanco se da cuenta que había apretado de más la manga pastelera y una mancha morada había cubierto por completo la galleta entera.

-. Lo siento. - suspiro. Ella nego con la cabeza y tomo la bandeja llena se glaceado morado con una sonrisa.

-. Siempre salen cosas interesantes y en ocasiones lindas de los desastres. - dice ella con una sonrisa. Satoru la miro por unos segundos que le parecieron una eternidad, su corazón dió un vuelco de 180° y no entiende la razón ¿Tenía problemas cardiacos ahora? O... Quizás ¿Lo había provocado ella...? Quizás sus dulces palabras o su hermosa... No, el no podía pensar así de ella.

-. Estás como un tomate. - señala el pelinegro para horror del hechicero. Sintio sus mejillas arder incluso más. Soltó un bufido y aparto la mirada, en un vano intento que la chica no fuese capaz de ver su rostro rojo.