Capítulo Piloto: Loki

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El fuerte olor a impureza impregnaba las estrechas calles del barrio rojo de Seúl

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El fuerte olor a impureza impregnaba las estrechas calles del barrio rojo de Seúl. La gente a mi alrededor miraba fijamente con atención los largos y transparentes escaparates, que tenían en plena exhibición a distintas clases de mujeres asiáticas; algunas eran gordas, otras delgadas, también altas y algunas bajas, pero todas tenían algo en común; usaban lencería que las personas normales catalogarían como "sexys".

Las mujeres fingían sorprenderse cada vez que alguien mantenía su mirada en ellas por más de unos segundos y luego cambiaban el acto a uno más "provocativo", guiñando un ojo o incluso lanzaban besos. Todo era un triste teatro para exponer una pequeña muestra del "producto" que podían alquilar, era desagradable.

Pasé a las mujerzuelas pasé por alto y seguí mi camino, después de todo, las ordenes que me dieron habían sido claras: "Busca a tu objetivo y asesínalo. ¡No te distraigas!". Lo único que vino a mi mente en ese momento fue: Pff, distraerme, cómo sí eso fuera posible, que ridículos, ¿quién creen que soy?

Finalmente, llegué al burdel correcto. Gruesas cortinas tapaban el escaparate en el que alguna vez hubo una prostituta desesperada por atraer clientes. La luz roja sobresaliendo a los pies de la tela, era una señal para todos aquellos fuera del lugar, significaba algo así como: "Lo siento, ahora mismo me encuentro muy "ocupada", posiblemente atragantándome con el micropene de un hombre casado, no molesten".

*mi atención se aferró al escaparate en el que alguna vez hubo una prostituta intentando atraer clientes, estaba cubierto por una gruesa cortina, donde lo único que se distinguía, era la luz a los pies de la misma, eso era una clara señal que significaba: Lo siento, ahora mismo me encuentro muy "ocupada" con un micropene en la garganta, no molesten.

*Mi atención se aferró en las gruesas cortinas tapando el escaparate en el que alguna vez hubo una prostituta intentando atraer clientes, lo único que se distinguía, era la luz roja sobresaliendo a los pies de las cortinas, la cual era una señal para todos aquellos fuera del lugar: "Lo siento, ahora mismo me encuentro muy "ocupada" con un micropene en la garganta, no molesten.

Exhalé aire, para mi disgusto sabía lo que vendría. Ignoré la advertencia y antes de poder entrar una voz me recibió "muy bien" desde las sombras al costado del establecimiento.

¿No entiendes la indirecta o es que eres ciego? —me preguntó en un tono autoritario, pero titubeante un hombre vestido de negocios, probablemente se trataba ni más ni menos que del "gerente" del prostíbulo. La cantidad de gotas de sudor bajándole por la sien eran exageradas, parecía demasiado nervioso y asustado; como si ser proxeneta fuera su primer trabajo, o peor aún, como si hubiera visto a la muerte con sus propios ojos. De inmediato comprendí que se trataba de la segunda opción, pese a su actitud agresiva, más que una amenaza me estaba advirtiendo que no entrara ahí por nada en el mundo.

» ¡¿Qué no oíste lo que dije?! —exclamó temblando y enseguida buscó en el interior de la gabardina.

Antes de que hiciera alguna clase de estupidez, llevé el dedo índice frente a mis labios.

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