En la estación

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Voy caminando en busca de mi hermano, no me arrepiento de mi decisión de huir de casa, la verdad no soportaba estar ahí, pero con mi hermano Josa estaré bien, es una persona demasiado amable además de que también se separó por la misma razón, llego a la estación del bus, es demasiado tarde y no hay nadie en los asientos de espera, coloco mi mochila a un lado de mi y me pongo mis audífonos para escuchar música y así tratar de despejar mi mente pero, no puedo dejar de pensar en todo lo que ha pasado en este día, mis emociones están al mil y tan solo quisiera dormir. Entre mis pensamientos sobre el día, se vienen recuerdos de mi infancia, donde no necesitaba ayuda de nadie para ser mejor, recuerdo que la mayoría de las cosas las hacia solo y ahora que lo pienso es lo único bueno que me ha pasado porque puedo hacer mis cosas a mi manera.
En ese momento llega un grupo de amigos demasiado ruidosos que interrumpen mi música aún estando con el volumen al máximo, de reojo miro a todos ellos, uno era alto y castaño, su piel era morena, otra tenía la piel algo pálida como si nunca le diera el sol, una de ellas llevaba el cabello largo hasta la cintura además era de un color negro azulado que brillaba, sus ojos eran color café; otra llevaba el cabello corto y rojizo, además tenía demasiadas pecas. También esperaban el bus y me miraban como si fuera un bicho raro o algo así, no me gusta que me miren de esa forma o al menos que sepan disimularlo, y así fue durante largos diez minutos, se me hicieron eternos y por fin llegó el bus y cuando me quería subir sentí como alguien me empujó, pero logré sostenerme.
- ¡¿Pero ¡¡¿qué te pasa?! – le grite a aquella chava de pelo largo.
-Disculpa, es que tropecé y…- antes de que terminara de decir cualquiera fuera su excusa yo pasé por un lado de ella y me subí al bus ya que llevaba prisa.
Note desde la ventana como se reían y ella se veía muy apenada por lo sucedido mientras subían, para mi suerte los asientos de atrás estaban desocupados así que me senté y ellos se sentaron en la parte de enfrente, ya no hice caso y seguí concentrado en mi música además yo tenía tantos problemas en mente que no quería que se disculparan con una voz como si en verdad les importara. Llegué al departamento de mi hermano y me preguntó qué había pasado, le empecé a contar sobre cómo llegué a esa decisión ya que se me hacía más fácil lidiar solo conmigo a que estar soportando que me carguen otros problemas que no son míos. Josa me acomodó una cama y me acosté a dormir, no supe en qué momento me quedé dormido, pero estaba feliz por estar ahí.

Con ella aprendí a sonreír Donde viven las historias. Descúbrelo ahora