Ese era nuestro último día del ciclo escolar, lo que significaba que habían llegado las vacaciones de verano, la verdad no tenía nada de emocionante ya que no salía a ningún lado en especial, tenía planes de buscar un trabajo temporal en lo que inician las clases, además de estudiar para que cuando las clases regresaran no me fuera tan mal.
Ese fin de semana fue el más largo de todos, así que decidí ir a buscar empleo, camine y pase por muchos lugares pero, no había nada hasta que en una cafetería que no tenía mucho que habían abierto, me aceptaron, mi trabajo consistía en atender a los clientes, tomar su orden y en algunas ocasiones preparar bebidas o bocadillos que no haya en existencia.El fin de semana acabó y me alisté para ir a trabajar, no tenía demasiado sueño así que iba con mucha actitud. Llegando me encontré con los que serían mis nuevos compañeros de trabajo y me dieron una cálida bienvenida con palabras motivacionales, les agradecí por todo aquello y empezamos a limpiar y acomodar mesas y sillas.
Al principio no llegaba nadie porque la cafetería apenas comenzaba a conocerse entre la ciudad, pero a medio día empezaron a acercarse más y más gente para ver aquel nuevo lugar, les llamó la atención la decoración de aquella cafetería que estaba cubierto de plantas artificiales que forraban cada una de las paredes que había en el lugar, también que las sillas eran de madera con un diseño muy peculiar, como en los cuentos de hadas, del techo colgaban lámparas pequeñas con una luz tenue amarilla que daba un aspecto cálido, pero a la vez fresco que le daba un toque relajante a aquel sitio.
Comencé a concentrarme en tomar pedidos de una mesa a otra y repartir bebidas a los clientes, me gustaba ya que no tenia que hablar demasiado, solo era decir las bebidas y bocadillos del día o simplemente pasarles el menú, casi no miraba a la gente a la cara y era algo bueno para mi, porque cada mesa tenia un numero y así era mas fácil tomar la orden.
-Hola, podrías traerme una malteada de mango y unos cupcakes de chocolates, por favor-
-a mi me traes un jugo de zanahoria, por favor-
-Claro ¿Cuántos cupcakes serian? -
-cuatro- en ese entonces aquella voz que me respondió me pareció tan familiar que miré a la persona sentada y me di cuenta que era Zoé con su amiga. Por un momento me quede parado sin saber que hacer o decir, no sabía si tenía que saludarla o solo irme ya que estaba en turno de trabajo y no podía estar platicando, solo le sonreí y me fui a la cocina para que prepararan su pedido.
Comencé a atender más mesas y después me hablaron para entregar el pedido a Zoé, por un momento maldecía que ella estuviera ahí, porque la idea de que alguien que conozco me viera y quisiera hablarme da nervios, aunque no la culpo por venir, al fin de cuenta todos pueden ir a donde quieran pero si estaba algo incómodo. Lleve la bandeja con las cosas y de manera seria les entregué su pedido, algunos compañeros me preguntaban que quién era aquella chica, y yo inconscientemente les dije que era una compañera de la escuela, todos me miraron con cara de burla y haciéndome señas cada que pasaba por esa mesa solo me reía pero, no entendía muy bien porque me hacían gestos extraños si no le hable ni nada. Uno de ellos me dijo que ella con su amiga se estaban secreteando algo y miraban hacia la barra donde estábamos nosotros.
-de seguro hablan sobre ti, eres el único que las queda mirando, tal vez sea por ti- me aventó una mirada de burla.
-Cómo crees que hablarían de mi- puse los ojos en blanco y agarre un toallita para ir a limpiar las mesas que habían desocupado.
No tardaron mucho en irse, mientras yo barría otro compañero de encargo de llevarles la cuenta, cuando ella apenas iba a cruzar la puerta de salida voltee para verla pero no tomé en cuenta que ella también voltearía hacia mi dirección.Por una fracción de segundos nuestras miradas chocaron antes de que yo me regresara a lo que estaba haciendo, este gesto fue motivo de más burlas en el trabajo, para ser el primer día ya son muy llevados.
Cada día pasaba y yo seguía haciendo mi trabajo, no soy de distraerme tanto así que mis compañeros se comenzaron a acostumbrar.
En este periodo de vacaciones Zoé venia a este lugar muy seguido, aveces solo venía por un café o cuando estaba acompañada de sus compañeras solía pedir algo más. Tal vez le gustó el lugar, a decir verdad es muy llamativo, incluso para mí.Cada día pasaba y el regreso a clases se acercaba, cada tarde al salir del trabajo, iba a mi casa y después de cenar me ponía a leer un poco, tal vez todos piensen que leer libros sobre cálculo sea dificil, pero al ponerle atención se comprendía todo, me sentía más que preparado para la escuela, en este tiempo no había pasado casi nada interesante, a decir verdad lo único que se ha hecho costumbre es ver a Zoé seguido por la cafetería o que pasaba cerca de ahi, al principio lo veia algo raro, me sentia acosado. Después supuse que alomejor trabajaba por ahí o que siempre pasaba por ahí, así que ya después de las tres semanas siguientes no le tomaba tanta importancia cuando mis compañeros me decían que ella iba pasando.
Al salir me gustaba sentir el viento fresco de la noche, la tranquilidad de la calle me hacía dejar de lado mis pensamientos, como si mi mente saliera de mi cuerpo y este solo anduviera caminando automáticamente. Al llegar al edificio tomé el ascensor y esperé algo impaciente para llegar hasta el cuarto piso, al abrirse las puertas Zoé estaba enfrente, por la sorpresa de verla en ese momento di un pequeño brinco, ella se disculpó por asustarme.
-no te preocupes-
-d-disculpa... Esque iba a bajar- llevaba un suéter azul y el pelo mal recogido, era ya tarde como para que ella vaya sola.
-eh... ¿A dónde vas tan tarde?-
-Mi mamá me habló que venía de trabajar, así que le iré a ayudar con unas cosas-
Sin pensarlo me ofrecí a ayudarle, volví a bajar por el ascensor hasta llegar a la entrada, una mujer casi de la estatua de Zoé venia caminando con varias bolsas en las manos, al parecer paso al súper. Agarre algunas de sus bolsas para ayudarla, y Zoé le ayudo con otras.
-muchas gracias amigo de Zoé-
-se llama Oliver, mamá-
La señora era muy amable, mientras subíamos me contaba sobre Zoé, lo que hacía en su casa y que ella era diferente a sus hermanas, me dijo que no me había visto en el edificio y le dije que casi siempre estaba ocupado y no salía a menos que fuera al trabajo. Llegamos a nuestro piso y me invitó a cenar a su casa.
-tal vez sea la próxima vez, es un poco tarde y tengo que llegar a casa- me despedí de la señora y le di una sonrisa a Zoé.
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Con ella aprendí a sonreír
Teen FictionOliver, un chico normal atrapado en sus propios pensamientos además de sus propios problemas, su vida cambia cuando conoce a alguien opuesto a él.