Llegando tarde

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Seguí mi camino y antes de abrir la puerta sentí que alguien me llamó.
-oye…- volteé para saber de quien se trataba y era aquella chica – no se si me recuerdas, pero aquella vez en la central de autobuses no pude disculparme por lo que paso-

-ah si, no importa- aunque en ese momento sentí que sus palabras eran sinceras así que traté de arreglar lo que dije – ese día iba con tanta prisa, además lo accidentes pasan-

-gracias, y disculpa nuevamente, por lo que veo ahora seremos vecinos- ella sonreía de la manera más amable y apenada.

-sí, es lo que veo- ya quería terminar con aquella conversación, aunque no sabía cómo.

-también estas en el club de decoración, ¿Cómo te llamas? - cómo puede decir las cosas tan alegremente, no tiene nada de alegre estar en ese club, además ya iba retrasado en mi horario.

-eh, Oliver- tal vez debí preguntar por su nombre, pero enserio llevaba prisa -me tengo que ir, adiós-

Tal vez fui algo grosero, pero tengo que cumplir con mis tareas del día además tendría demasiado tiempo para verla o preguntar su nombre, tiene unas vibras de ser demasiado positiva en todo además sonríe demasiado no creo que sea normal. Los días pasan y por suerte no me he encontrado con ella y en el club no me dirige la palabra, así que tengo tiempo de pensar en las cosas que haré saliendo de ahí, de vez en cuando me encargan comprar material, aunque creo que quedan decepcionados al no traer lo que ellos esperan.

Era un martes, para mí el peor día de la semana porque estaba cerca del comienzo de la semana y siento que está demasiado lejos para que se acabe, ya se me había hecho tarde para ir a la escuela, como era posible que me había quedado dormido, abrí la puerta y lo primero que vi fue a aquella chica, también iba tarde e iba despeinada, claramente se había acabado de despertar, aun se iba acomodando  el cabello con una liga, para mi mala suerte el elevador no funcionaba así que tuve que correr escaleras abajo. Eran cuatro pisos pero para mí horario sentí que eran infinitos, detrás mío venía corriendo aquella chica, pero no le tome demasiada importancia y luego me di cuenta que estábamos parados esperando el bus, ella estaba a un lado de mí y de reojo noté que me miraba pero luego volteaba hacia otro lado, recordé aquel día que fui demasiado cortante con ella y quise enmendar mi mala cortesía pero no sabía cómo empezar una plática, los minutos se hicieron demasiado largos y había un silencio tan incómodo ya que éramos los únicos en aquella parada de bus, sentí que me sudaban las manos y lo pensé demasiado para abrir la boca hasta que por fin lo hice.
-Y… ¿Cómo estás? - le dije con una voz que sonara sería y sin nervios, espero no lo haya notado.
-Muy bien gracias, ya voy un poco tarde, pero con un poco de suerte tal vez llegue a tiempo- su voz estaba tan calmada y con demasiada alegría que podría contagiarla a cualquiera que tuviera un pésimo día, incluso a mí me dio el ánimo de que tal vez llegaría a tiempo.
-No creo, a esta hora los carros pasan muy tarde- terminando de decir esto llegó el bus y se estacionó frente a nosotros, se abrió la puerta y ella paso por enfrente de mi con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Ves? Te dije que llegaría a tiempo- en su voz se notaba la despreocupación mientras yo me moría de los nervios porque llegaría tarde. Al subir al bus estaba demasiado lleno, no había lugares para sentarse así que tuvimos que ir parados, ahí me pude dar cuenta de que estábamos casi de la misma altura, tal vez yo le ganaba por unos cuantos centímetros, me puse los audífonos para tranquilizarme un poco debido a que tenía el tiempo contado para llegar.
Mi concentración siempre estaba en mis libros y los maestros que explicaban, algún día quisiera ser un buen profesionista, tener mi propio trabajo, una casa y viajar por lugares antigüos del mundo, y sabía que para tener éxito necesitaba de un buen plan además de sacrificio para lograrlo.

Con ella aprendí a sonreír Donde viven las historias. Descúbrelo ahora