XXXV

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Dos días después del banquete, oficialmente me presente en casa del general Morat para pedir acortejar oficialmente a su hija con la finalidad de un compromiso. Claramente él me pidió que saliera de la habitación por un momento, seguramente para tener privacidad con Eris y preguntarle si estaba segura y aceptaba mis cortejos, pero afortunadamente, después de unos minutos su padre salió para darme el permiso. Y así comenzó todo un ritual de cortejo que duró unas cuantas semanas. Cada salida que teníamos, cada reunión que teníamos, todas y cada uno de esos encuentros eran vigilados ya fuera por su madre o por la mía.

Hasta que llegó el día.

Todo había sido maravilloso, yo sentía que Eris era mi todo, no podía imaginarme una vida sin ella, una vida sin ella seria como un infierno, así que no, pero sé que, en mi condición, algún día eso llegará a pasar, porque ella es una mortal y yo no, yo viviré eternamente, me extinguiré hasta que este mundo lo haga, pero el día que ella muera, me extinguiré con ella.

—¿Lo sigues pensando? -Zized se sentó a un lado de mi

—Todo el tiempo, no puedo evitarlo

—Tienes que arriesgarte

—Lo sé

Tenía que decirle a Eris quién era yo realmente y tomar otro riesgo, si ella se asusta cuando se lo confiese y me rechaza, tengo dos opciones. Escapar de la ciudad, todos nosotros o... matarla.

Pero claro que no, jamás me atrevería a hacerle daño, jamás me atrevería a tocar un solo cabello de ella con afán de lastimarla, así que todos estábamos listos para irnos de la ciudad si ella llegaba a rechazarme, pero sin ella, me moriría, así que estaba asustado.

—Pero ¿Qué pasará cuando ella envejezca y muera?

—Solo tienes que convertirla

—¿Y si no quiere?

—Si te ama, querrá

—¿Y si no? -miré hacia la luna

—Se un hombre y soporta el dolor de perderla

Tragué saliva al pensar en ese momento.

—Sé un hombre y enfrenta tu realidad, Zinon -me dio una palmada en el hombro antes de levantarse y entrar a casa

No puedo esperar hasta mañana.

El plan era reunirme con Eris mañana por la tarde para invitarla a comer aquí en casa y confesárselo todo en presencia de mamá, pero no podía esperar hasta entonces, tenia que hacerlo ahora, si necesitábamos escapar, sería mucho mejor hacerlo de un día para otro, así que lo hice.

Me levanté de la banca en la que había pasado sentado las últimas tres horas mientras los nervios me consumían y sin decirle a nadie de mi familia, dejé la casa para dirigirme entre la oscuridad de la noche hasta casa de Eris, precisamente, al jardín.

Siendo ella de una familia adinerada, el jardín de su casa era bastante grande, pero lo conocía a la perfección gracias a los paseos que habíamos dado antes en mis otras visitar, así que también sabia perfectamente que el balcón techado del fondo era el de su habitación.

Cubierto con una capa negra que me ayudaba a cubrirme en la oscuridad y a los pies de su balcón, miré a todos lados para asegurarme de que nadie estuviera cerca y cuando estuve seguro de eso, simplemente salté con fuerza hasta su balcón y, por ende, hasta la puerta de su habitación. Pensé en tocar, pero sé que esta dormida y si la despierto, se va a asustar y va a hacer un escándalo. Así que no.

Simplemente abrí las puertas y entré.

Este era un espacio nuevo, jamás había estado en su habitación así que fue inevitable para mi mirar por todos lados antes de encontrar con mi mirada la cama y encima de ella a mi preciada Eris.

Llevaba un delgado vestido blanco, cómodo, sin adornos ni nada. Estaba plácidamente dormida así que con lentitud me acerqué a ella y me hinqué a su lado, cubrí su boca son suavidad y con mi simple tacto la desperté, se asustó un poco e intento gritar, pero al ver mi rostro guardó silencio.

—¡Zinon! ¿Qué haces aquí? -miró a la puerta de entrada y luego a mi -si alguien se entera que estas aquí, habrá problemas

—No te preocupes, nadie sabe que estoy aquí

Se incorporó en la cama y me miró con una sonrisa.

—¿Qué haces aquí?

—Yo -me senté a su lado -necesitaba hablar contigo lo antes posible

—¿Pasa algo? -se preocupó un poco

—No, bueno... solo, quiero hablar

—¿Qué es tan importante que no puedes esperar a reunirnos mañana?

—Yo, necesito confesarte algo

—¿Confesarme?

No encontraba las palabras, así que lo primero que hice fue tomar sus manos.

—Primero, quiero que recuerdes lo mucho que te amo -la miré directo a los ojos -eres mi todo, Eris, sin ti, mi mundo se desvanecería

—Zinon, también te amo, mucho, pero si sigues así, vas a asustarme   

Eris (ChaEunWoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora